miguel de unamuno frente al modernismo religioso - Gredos ...

populachero 60 . No hay nada en él de la aspiración franciscanista y del rigorismo
ascético de Benedetto
La segunda diferencia, que indudablemente salta a la vista en una lectura
paralela y comparada de las dos novelas, consiste en que el párroco unamuniano
no sólo rechaza la enseñaza católica, sino que niega su fidelidad a la Iglesia
Apostólica Romana. Es lo que se observa durante una de las muchas confesiones
de la narradora intadiegética Ángela Carballino, donde el sacerdote, cumpliendo
con su misión de consolar al pueblo aun con verdades que no le pertenecen, invita
a su devota a “creer todo lo que cree y enseña a creer la Santa Madre Iglesia
Católica, Apostólica, Romana. ¡Y basta!” 61 . No creía en ello don Manuel, porque
no creía en la existencia del infierno 62 , en el Demonio 63 , en los milagros 64 , en la
resurrección de la carne 65 , en la otra vida 66 , en la confesión en el confesonario 67 , en
el derecho de los eclesiásticos de negar tierra sagrada a los suicidas 68 y en que la
religión cristiana fuera la única verdadera 69 . Su fe, desde algunos puntos de vista,
podría parecerse a una fe modernista, si no fuera porque diverge en la conclusión
ya que, al fin y al cabo, su predicación se reduce a la “Resignación y caridad” 70 .
Todo lo demás sólo sirve para que los hombres “vivan lo más contentos que
60 Cfr. R. M. González-Quevedo, «San Manuel Bueno, mártir: leyendo con Unamuno», en Studia
unamuniana. Añorando a Miguel de Unamuno (1936-2006), edición de S. Borzoni y A. Marocco,
Morolo, IF Press, 2008, pp. 195-229, en particular 211-216.
61 SMBM, OCV, XVI, pp. 597-598.
62
“– ¿Es que hay Infierno, don Manuel? – ¿Para ti, hija? No. – ¿Y para los otros, le hay? – ¿Y a ti
qué te importa, si no has de ir a él? – Me importa por los otros. ¿Le hay? – Cree en el cielo, en el
cielo que vemos. Míralo”, ibidem, p. 597.
63 “Me retiré, pensando, no sé por qué, que nuestro Don Manuel, tan afamado curandero de
endemoniados, no creía en el Demonio”, ibidem.
64
“¡Ay, si pudiese cambiar el agua toda de nuestro lago en vino […]!” dice jugando y con tono
chistoso que puede denotar cierta irreverencia, ibidem, p. 592. “No tengo licencia del señor obispo
para hacer milagros”, dice en otro pasaje con la misma ironía, ibidem, p. 587.
65
“Y al llegar a lo de «creo en la resurrección de la carne y la vida perdurable» la voz de Don
Manuel se zambullía, como en un lago, en la del pueblo todo, y era que él se callaba”, ibidem, p.
589.
66
“– Pero usted, padre, ¿cree usted? – Vaciló un momento y, reponiéndose, me dijo: ¡Creo! –
¿Pero en qué, padre, en qué? ¿Cree usted en la otra vida?, ¿cree usted que al morir no nos morimos
del todo?, ¿cree que volveremos a vernos, a querernos en otro mundo venidero?, ¿cree en la otra
vida? – El pobre santo sollozaba. ¡Mira, hija, dejemos eso!”, ibidem, p. 607.
67
“Su acción sobre las gentes era tal, que nadie se atrevía a mentir ante él, y todos, sin tener que ir
al confesonario, se le confesaban”, ibidem, p. 588.
68
“Y como una vez, por haberse quitado uno la vida, le preguntara el padre del suicida, un
forastero, si le daría tierra sagrada, le contestó: – Seguramente, pues en el último momento, en el
segundo de la agonía, se arrepintió sin duda alguna”, ibidem, pp. 591-592.
69 “Todas las religiones son verdaderas, en cuanto hacen vivir espiritualmente a los pueblos que las
profesan, en cuanto les consuelan de haber tenido que nacer para morir, y para cada pueblo la
religión más verdadera es la suya, la que le ha hecho”, ibidem, p. 605.
70 Ibidem, pp. 612-613.
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