miguel de unamuno frente al modernismo religioso - Gredos ...

aquella especulación. De hecho, aunque pueda reconocerse que una discrepancia
más explicita con el programa educativo krausista, como sostiene Gómez
Molleda, se acentuará a partir de 1902, no ha de olvidarse que los ataques de
Unamuno al barbarismo lingüístico y a la pobreza metodológica del movimiento
constituyen una constante de toda su producción. Es lo que asoma en algunas
breves referencias en La moderna Babel de 1880, Filosofía Lógica de 1886, En
torno al casticismo, Del sentimiento trágico de la vida y, en fin, en su ensayo de
1934 «La afanosa grandiosidad española», cuyo título ya es paradigmático.
Por lo cual, no se puede hablar, a nuestro juicio, de un cambio de postura de
don Miguel frente al krausismo que se determinó a lo largo de los años, sino de un
doble planteamiento que reserva a una y otra cara del movimiento. A pesar de la
indudable simpatía que debió de sentir hacia el krausismo durante toda su
existencia, las referencias a Krause, al krausismo y a los krausistas, a partir de sus
primeros primeros cuadernos (1880-1892), siempre serán raras, esporádicas,
breves, rápidas, o sólo sirven de pretexto para introducir otro tipo de
argumentación. Lo que con absoluta certeza puede afirmarse, es que el influjo del
krausismo en el pensamiento religioso unamuniano no fue determiante. De ahí la
imposibilidad de una eventual aproximación de su figura al modernismo religioso
europeo a través de la teoría de Abellán, el cual considera al krausismo como
sucedáneo del modernismo religioso en tierra española.
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