miguel de unamuno frente al modernismo religioso - Gredos ...

demostrado por el solo testimonio de la historia?” 50 .
Del mismo modo, condenará también el planteamiento del filomodernista
Édouard Le Roy, otro partidario del evolucionismo dogmático, por menguar la
escatología católica:
“Leed, por otra parte, en la excelente obra de E. Le Roy, Dogme et Critique, su exposición del
dogma central, el de la resurrección de Jesús, y decidme si queda algo sólido en que apoyar
nuestra esperanza” 51 .
Esta idea de Unamuno, que en Del sentimiento se pierde en la corpulencia de la
obra, en su opulencia de conceptos y palabras, queda aún más clara y definida en
su participación en el debate del Cœnobium sobre «Gesù o Cristo?». Aquí don
Miguel rechaza por completo el planteamiento de Loisy, al sostener la
imposibilidad de separar la figura de Jesús de la de Cristo y, por consiguiente, la
imposibilidad de conciliar la auténtica fe cristiana con el método científico por él
aplicado. Unamuno empieza su ensayo con una tajante y atrevida afirmación. En
referencia a Loisy – y a su artículo publicado en el Hibbert Journal y reproducido
en las páginas del Cœnobium – dice que quizás no haya sometido aún su
concepción de la historia a una crítica lo suficientemente penetrante 52 . El Cristo
presentado por Loisy como “une idée flottante d'humanité” 53 coincide para
Unamuno no sólo con el Cristo metafísico, sino también con el Jesús de carne y
hueso que vivió bajo el reinado de Augusto. Cada hombre tiene la individualidad
de los seres que viven en el reino de los acontecimientos pasajeros y la
personalidad de los seres que viven en los hechos que perduran. Sin embargo, sólo
la personalidad hace la historia y sigue viviendo en las almas de los hombres. No
por eso puede separarse la individualidad, que también los animales poseen, de la
personalidad. El Cristo “personal” ya vivía en las almas de los discípulos que
escuchaban al Jesús individual, mortal, pasajero y caduco. Ambos vivían
contemporáneamente: uno con su papel transitorio, otro con su papel perenne. No
se puede dividir la vida de un hombre 54 , dice Unamuno en el mismo ensayo,
50 Ibidem.
51 Ibidem.
52 «Gesù o Cristo?», infra, p. 628.
53 A. F. Loisy, «Jésus ou le Christ», en Cœnobium, año IV, 1910, n. 2, pp. 1-12, cit. p. 1.
54 «Gesù o Cristo?», infra, p. 629.
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