miguel de unamuno frente al modernismo religioso - Gredos ...

humanismo ateo de su tiempo 24 . Por todas estas motivaciones, la tesis sobre la
fundamental sinceridad de don Miguel expuesta por Zubizarreta aparece
convincente en todo su aspecto, tan convincente como aquella de la insinceridad
de Sánchez Barbudo.
Por supuesto no falta quien entreviera en la filosofía unamuniana un matiz
protestante. Es el caso de José Luis López Aranguren que en la temprana fecha de
1948 adelanta la idea de un posible protestantismo de fondo en la concepción
religiosa del Rector de Salamanca. El crítico arranca del presupuesto de su sincera
heterodoxia, en cuanto no hay nada en su pensamiento más entrañable y profundo.
Indudable es la deuda hacia teólogos luteranos como Ritschl y Harnack; pero la
herencia protestante no puede desembocar en una actitud modernista por una
diferencia de talante y propósito. Partiendo de que el ensayo «La fe» es, como el
vasco mismo reconoció, “en el fondo una tesis luterana” 25 , estudia la que
considera la obra en que más explícitamente aflora este tipo de postura, Del
sentimiento trágico de la vida, puesto que su otro texto de contenido
exquisitamente religioso, La agonía del cristianismo, fue escrito, a su juicio, por
razones circunstanciales y no tiene mucho de importante o atractivo salvo el título.
Del sentimieto es, pues, la obra que más encarna su sentir religioso que converge,
como sugiere el mismo título, en una innata desesperación. Este es el punto
central de su ensayo, evidenciar cómo la congoja de Unamuno, de cuño
kiekegaardiano, no puede ser católica ya que “el hombre católico es lo contrario
del «hombre desesperado»” 26 y la desesperación religiosa es un sentimiento
puramente protestante. El hombre concreto – objeto, sujeto y punto de partida,
como en Kiekegaard, de toda su filosofía – es quien mejor encarna la
desesperación al no poder saciar el eterno apetito de inmortalidad, al ser impotente
frente al problema de su destino personal e individual, y “el antropocentrismo es
crasamente protestante” 27 . Con lo cual, el Cristo de Unamuno, trágico, tétrico, no
moribuno, sino agonizante y agónico, no puede parecerle más que expresión de su
voluntad “de protestantización de España” 28 . Ahora bien, la posición de
Aranguren es definitiva, no deja espacio a dudas o reservas y, por eso, no es difícil
24 Cfr. A. F. Zubizarreta, Tras las huellas de Unamuno, cit., pp. 111-115.
25 «Carta a Candamo», 13 de marzo de 1900, en Unamuno y Candamo. Amistad y epistolario
(1899-1936), edición de J. A. Blázquez González, Madrid, Ediciones 98, 2007, p. 249.
26 J. L. López Aranguren, «Sobre el talante religioso de Miguel de Unamuno», en Arbor, n. 33-34,
XI, Madrid, 1948, pp. 485-503, cit. p. 491.
27 Ibidem, p. 492.
28 Ibidem, p. 500.
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