miguel de unamuno frente al modernismo religioso - Gredos ...

XVII, y que hoy se halla ampliamente difundida. Para esta postura, sólo a las
verdades de los primeros dos grados se les podría dar un asentimiento de fe
teologal, mientras que la heterogeneidad entre el grado segundo y tercero
determinaría un tipo de asentimiento diferente, de fe eclesiástica, por ejemplo 59 .
A esta posición, Marín Sola le opone “una dificultad gravísima”, que nace,
precisamente, del estudio de la historia de los dogmas. La teoría moderna de la fe
eclesiástica parece salvar la homogeneidad de los dos primeros grados, pero, en
realidad, ignora que la formulación de los dogmas (verdades del segundo grado)
ha seguido en su desarrollo un proceso semejante al de la definición infalible de
otras proposiciones (verdades del tercer grado). Si el uso de la razón y de las
ciencias humanas destruyera efectivamente la homogeneidad con el dato revelado
en el paso del segundo grado al tercero, parece que dicha homogeneidad, por el
mismo principio, habría ya dejado de existir en el paso del primer grado al
segundo; con lo que tendría razón, a la postre, la interpretación transformista del
modernismo. Para evitar esta dificultad, Gardeil introdujo en el problema un
factor extrínseco – el carisma social del sentido cristiano –, pero ello no
justificaría que las conclusiones teológicas definidas pudieran adquirir un valor de
homogeneidad y de continuidad con el hecho revelado que no tuvieran ya antes de
ser definidas 60 . Partiendo de estos presupuestos, Marín Sola defenderá un
principio que él considera filosófica y teológicamente cierto:
“que el raciocino propio y riguroso puede intervenir en el desarrollo o evolución del dato revelado
sin destruir su perfecta homogeneidad” 61 .
Precisa que la conclusión teológica, por lo que respecta al objeto matrial del
conocimiento (res cognita), es realmente homogénea, lo que no puede decirse por
lo que se refiere al objeto formal (medium cognitionis), ya que si el motivo formal
de la fe teologal es el tesimonio divino, el motivo formal de la ciencia teológica es
de carácter deductivo y, por lo tanto, falible en cuanto humano. Ello distingue
específicamente el hábito teologal de la fe del hábito científico de la teología:
“La naturaleza y valor del conocimiento, certeza y asenso de esa definición o verdad definida se
hace formalmente sin medio alguno humano, por mera autoridad divina; autoridad divina no para
59 Ibidem, pp. 124-126.
60 Ibidem, pp. 126-128.
61 Ibidem, p. 129.
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