miguel de unamuno frente al modernismo religioso - Gredos ...

Hipólito - ¡Qué fatalidad! Jamás lo hubiese creído” 56 .
Es una muerte por desesperación, una desesperación fatalista que fue juzgada
no muy cristiana 57 . Y la desesperación no puede ser ni cristiana ni católica, como
sostuvo también Aranguren, en cuanto “el hombre católico es lo contrario del
«hombre desesperado»” 58 . Sin embargo, como notaron Laín Entralgo y Moeller 59 ,
la desesperación de Unamuno es más bien una desesperación esperanzada y este
tipo de sentimiento se refleja también en la protagonista de su drama. La muerte
de Fedra es una muerte que confía en el más allá, por creer la protagonista en “la
fe salvadora” 60 , que aquietará la pasión y que llevará a todos la calma; es un eco
del “muero porque no muero” de Santa Teresa de Jesús, y el propio autor no dudó
en confesar que su Fedra es una Fedra cristiana 61 .
Ángel, protagonista de La esfinge, es también víctima de la desesperación por
no poseer respuestas a sus íntimas preguntas sobre la muerte y la existencia y por
no lograr huir de la obsesión, que se le presenta en cuanto cierra sus ojos, hacia la
nada y una oquedad inmensa:
“¿Ves ese cuadro? Parece que me mira mi madre desde más allá de la tumba, desde el misterio
silencioso... ¿Qué hay allí? Es una obsesión, Eufemia, que no me deja. Esa nada, esa nada terrible
que se me presenta en cuanto cierro los ojos... Es una oquedad inmensa” 62 .
Con todo ello, el protagonista de la obra teatral no duda en afirmar, después de
haber recobrado la esperanza perdida, que “[N]o debe desesperarse nunca,
nunca” 63 .
El de Unamuno es, en definitiva, un constante y sútil juego entre resignación y
voluntad, fe e intelecto, desesperación y esperanza, que de la teoría ensayística se
56 Ibidem, pp. 462-463.
57 Cfr. J. Cejador, «Unamuno dramático», en La Tribuna, Madrid, marzo-abril 1928.
58 J. L. López Aranguren, «Sobre el talante religioso de Miguel de Unamuno», en Arbor, n. 33-34,
XI, Madrid, 1948, pp. 485-503, cit. p. 491.
59 Véanse los capítulos que dedican a Miguel de Unamuno C. Moeller en su Literatura del siglo
XX y Cristianismo y P. Laín Entralgo en su La espera y la esperanza: historia y teoría del esperar
humano, respectivamente titulados «La desesperación esperanzada» y «Miguel de Unamuno o la
desesperación esperanzada».
60 Fedra, OCV, XII, p. 459.
61 «Carta a Díaz de Mendoza», 6 de noviembre de 1911, y «Carta a Chevalier», 3 de enero de
1912, en M. García Blanco, «Prólogo», OCV, XII, p. 87 y p. 90. Véase Epistolario americano, cit.,
p. 405.
62 La Esfinge, OCV, XII, pp. 264-265.
63 Ibidem, p. 326.
557