miguel de unamuno frente al modernismo religioso - Gredos ...

la humanidad por haber sustituido el misterio con la explicación del misterio. La
escolástica resulta a sus ojos sólo un instrumento metodológico que se basa en
axiomas para sostener dogmas, dificultando de este modo todo acceso a la verdad.
El argumento metafísico se reduce de esta forma a probar la existencia de Dios
como causa y finalidad del mundo, basándose únicamente en una idea de Dios que
deriva de dos supuestos: que el mundo tenga un principio, que el mundo tenga una
finalidad. Así que a existe por b, b existe por c, c existe por d... hasta que se llega
a un axioma. Las proposiciones correlativas a+b+c=A y A=a+b+c no son más que
peticiones de principios, ya que no tienen en cuenta que una cosa pueda cambiar,
moverse o existir, como materia y como sensación, en virtud de la razón de
cambio, movimiento o existencia que lleva en sí misma sin que dependa
necesariamente de otra cosa u otro fenómeno. De ahí que la idea de Dios
defendida por la teología escolástica no ayude a comprender el universo; el
intento de probar la existencia de Dios a través de silogismos no es más que, a su
parecer, una manera lógica de llegar a la idea de Dios, pero no a Dios mismo, ya
que sólo tiene valor en cuanto explica lo que quiere explicar. Sin duda, la posición
de Unamuno frente a la escolástica se parece al escepticismo de esos estudiosos
católicos de tendencia modernista hacia la posibilidad de que ella pueda ofrecer
una respuesta adecuada a la modernidad, así como su planteamineto frente a la
dogmática en virtud del cual no puede hacer menos que manifestar toda su
simpatía hacia la acción de Loisy y compartir su postura polémica frente a la
institución. ¿Dónde está, pues, el límite que marca las semejanzas de las
divergencias entre uno y otro planteamiento? El ensayo que Unamuno publica en
la revista italiana Leonardo en febrero de 1907, sólo unos pocos meses antes de la
aparición de la Pascendi, es una de las mayores pruebas de cómo el vasco llegó de
una premisa parecida a una conclusión antitética a lo comúnemente sostenido por
los partidarios más representativos del modernismo religioso europeo.
Según la definición del fenómeno religioso que nos brinda con acierto, a pesar
de la sinteticidad que prescinde de innumerables matices, el teólogo de Montserrat
Evangelista Vilanova, modernismo es una
“palabra que designa – en la Iglesia católica y en el paso dl siglo XIX al XX – un movimiento que
desea la reforma de la Iglesia y de su doctrina para a las exigencias modernas” 16 .
16 E. Vilanova, Historia de la teología cristiana, cit., p. 643.
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