miguel de unamuno frente al modernismo religioso - Gredos ...

Por lo cual, William James, cuya orientación procede de las escuelas del
empirismo británico y del utilitarismo, si postula la religión, Dios o la
inmortalidad, será porque la fe religiosa es un hecho empírico y porque reporta
beneficios prácticos. La investigación empírica sobre la experiencia religiosa y el
utilitarismo de sus fórmulas, hace que James postule la religión no tanto por sus
consecuencias ultraterrenas, como porque de ese modo la vida merece ser vivida.
La inmortalidad no sería en este caso un fin en sí, sino un medio con vistas a lo
terreno y otro tanto le ocurriría a lo terreno. De esa forma se verifica una
degradación de valores que Unamuno no estaría dispuesto a aceptar, ya que la
inmortalidad no es para él un medio sino un fin, y la utilidad sólo puede dirigirse a
él. De ahí que Unamuno escriba a Zulueta:
“William James dijo que Dios es prácticamente el productor de la inmortalidad. ¿No será que la
inmortalidad, o cuando menos la fe en ella, es la productora de Dios?” 109 .
El elemento utilitarista, y hasta cierto punto probabilista, que posee la voluntad
de creer jamesiana encaminada a lo terreno, es algo que no encaja dentro de la sed
de inmortalidad unamuniana. Pero las diferencias asoman aún más profundas
cuando Unamuno, al declarar que el P. Jacinto “parece pensar que afirmar o
negar, sobrepujar la duda, es, más bien que un hecho de potencia intelectual, un
hecho de la voluntad” 110 , da a entender que la voluntad no es una potencia
intelectual. Luego afirma que “La gana […] no es una potencia intelectual, y
puede acabar en des-gana. Engendra, en vez de voluntad, la noluntad” 111 . Esto
resulta difícil de descifrar, lo que no es de extrañar si recordamos que don Miguel
escribió este ensayo en un período de verdadera crisis espiritual, pues parece que
aquí distingue la gana y el deseo de la voluntad y que la gana es lo que no es
potencia intelectual. No aclara más Unamuno este punto y se limita a hablar en lo
sucesivo de “la gana de creer”, que no sería sino el deseo de creer, lo que brota de
la virilidad; como opuesto a la gracia, la feminidad. La fe es hija de la gracia y no
de la ganas de creer. Es indudable que Unamuno tiene en la mente un doble
concepto de la fe: la fe católica, que precisa de la gracia; y la fe viva, hija de la
contradicción entre razón y vida. No aclara, es cierto, cuál es la relación entre la
109 «Carta a Zulueta», 13 de abril de 1909, en Cartas (1903-1933), cit., p. 228.
110 AC, OCV, XVI, p. 499.
111 Ibidem, p. 501.
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