miguel de unamuno frente al modernismo religioso - Gredos ...

concierne al pensamiento eclesiológico arinteriano, que parece resolver con su
acertada opinión el estéril debate sobre la naturaleza del credo del padre
dominico:
“Es verdad que Evolución doctrinal dio pretexto para acusar de modernismo el P. Arintero. Fueron
acusaciones precipitadas y carentes de fundamento, como puede comprobar cualquiera que se
tome la molestia de leer el libro. No sé que ningún modernista hable de la Iglesia, del Papa, de los
obispos, de la santidad, del modo de entender la fe y de progresar en ella, de la gracia, etc., con los
criterios del P. Arintero, para quien la sobrenaturalidad de la gracia como don gratuito y
trasformante, la acción del Espíritu Santo, la eucarístia y, en general, los sacramentos, la
incorporación a Cristo, mediante ellos, en su cuerpo místico, etc. son misterios incuestionables,
que él entiende y explica siempre en perfecta docilidad a la iglesia” 31 .
¿Cómo se explica, entonces, su concepción evolucionista de la fe? La mejor
respuesta a esta pregunta que puso en dificultad a la crítica la ofrece, a mi juicio,
González Díaz y Díaz quien afirma que el evolucionismo de su método
apologético
“consiste en utilizar para la defensa de la fe la misma arma que le había infringido los más duros
golpes: el evolucionismo que correctamente examinado a la luz de la filosofía – desde una
perspectiva principalmente escólastica – se convierte en dócil instrumento para su fin” 32 .
Y la separación de los presupuestos modernistas queda explícita en las mismas
palabras de Arintero cuando en 1908, un año después de la Pascendi, rechaza a la
vez tanto el tradicionalismo católico exasperado como la nuevas tendencias de
pensamiento religioso, es decir, el modernismo o el sentimentalismo de naturaleza
inmanentista:
“A todos, pues, se dirigen estas humildes páginas; a todos deseamos servir en ellas, diciéndoseles
con el Salmista (Ps 33, 13): ¿Cuál es el hombre que desea la verdadera vida y ansía por ver días
felices? Este hallará aquí […] siquiera algunas indicaciones del camino que debe tomar para
satisfacer su hambre y sed de justicia, de vida, de verdad y de amor. Esta es, por otra parte, la
mejor apología que podemos hacer de la Iglesia y el mejor medio de precaver todos los extravíos y
de evitar y remediar los daños de esas tendencias exageradas del especulativismo y el
31 A. Bandera, Los caminos de la fe, Salamanca, Editorial San Esteban, 1989, p. 142.
32 En Hombres y documentos de la filosofía española, 7 vols., 1980-2003, III, Madrid, C.S.I.C.,
1988, p. 542.
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