miguel de unamuno frente al modernismo religioso - Gredos ...

conocido que don Fulgencio y don Avito representan las dos caras del krausismo,
una teórica y otra práctica, una poco positivista, otra más; menos sabido o
sostenido o considerado verosímil, es que encarnen las dos facetas de Unamuno,
una pre-crisis, otra post; en todo caso, muchos notaron que Unamuno, como los
institucionistas, desarrolló en su pensamiento pedagógico una tendencia a crear
conciencias libres en los párvulos. Y, en efecto, con respecto a la enseñanza, don
Miguel, durante una conferencia en Málaga de 1902, declaró que:
“No hay tarea más noble que la de modelar almas de niños, despertar sus gérmenes de bondad,
ahogar los de malicia. Y para ello hace falta constancia, hija del amor. El amor es lo más constante
que hay, lo más fuerte. El amor es la única pedagogía fecunda” 100 .
Así, parece establecerse un punto de contacto con lo que también afirmó Giner
de los Ríos en su artículo de 1882 «La enseñanza confesional y la escuela», donde
critica a quienes defienden la enseñanza confesional de las religiones positivas,
afirmando rotundamente la necesidad de cultivar en el niño el espíritu religioso,
describiéndolo como “el presentimiento de un orden universal de las cosas, un
ideal supremo de vida y un primer principio y nexo fundamental de los seres” 101 .
Pero la convergencia de ideas es sólo aparente en cuanto si por un lado Giner de
los Ríos confiaba en el papel de la familia para la educación religiosa de sus
propios hijos, por el otro Unamuno declara rotundamente, un año antes de la
publicación de Amor y pedagogía, su oposición a semejante principio:
“No conozco desatino más grande que eso de que la religión debe quedar al cuidado de las madres,
que son precisamente las que más la ignoran y las que más la deforman y desreligionalizan” 102 .
De ahí que don Avito simbolice la radicalización y los desvíos de la puesta en
práctica krausista, sobre todo en el ámbito pedagógico, y que don Fulgencio
represente una síntesis de los rasgos krausistas que el autor presenta en clave
irónica, destacando los ademanes de un extravagante filósofo antitradicionalista.
Merece la pena transcribir un largo pasaje de la obra donde se observa cierto
sarcasmo:
100 «Conferencia en la Sociedad de Ciencias de Málaga», 23 de agosto de 1906, OCV, VII, p. 726.
101 En Boletín de la Institución Libre de Enseñanza, 4, 1882, pp. 173-174.
102 «Prólogo» a La educación de O. Bunge, 1901, OCV, III, p. 512.
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