miguel de unamuno frente al modernismo religioso - Gredos ...

No obstante, asoman igualmente algunas importantes consideraciones sobre el
aspecto religioso que merecen ser destacadas para corroborar lo que se está
explicando desde el principio de este trabajo. En la carta de Murri de agosto de
1915, el italiano declara que su anticlericalismo es esencialmente religioso, o sea,
se opone a toda forma y manifestación obsoleta, o de obstinado arraigo a caducas
convicciones, del clericalismo contemporáneo, sin por eso llegar, como en la
mayoría de los casos de anticlericales, a un antieclesiasticismo apriorístico. Su
anticlericalismo aún no había sido comprendido por sus compatriotas, confiesa a
don Miguel, a pesar de las innumerables precisiones a este respecto, como la que
se lee en su famoso texto La politica clericale e la democrazia:
“Se essere anticlericale ha il senso, puramente negativo, di essere contro il clericalismo, certo io
sono anticlericale. Ed è ridicolo far questione di parole. Ma se per anticlericalismo si intende una
qualunque azione positiva contro quel clericalismo, è evidente che sono agli antipodi degli
anticlericali dell'Estrema Sinistra: poiché io sono anticlericale principalmente nel nome e per la
tutela degli interessi religiosi, ed invece gli altri sono non solo contrari a quella speciale politica
che si chiama clericalismo, ma contrari direttamente alla religione stessa” 24 .
Su anticlericalismo es, en otras palabras, un serio empeño de renovación
espiritual en el seno de la Iglesia católica que ha de cumplirse a través de una
guerra fría contra sus representantes, y no un mero intento de deconstrucción del
mensaje, doctrina, autoridad e institución eclesiástica. Todo su esfuerzo político e
intelectual jamás saldrá de los confínes “degli interessi religiosi”.
Unamuno contestará subrayando la “miseria espiritual” 25 de los germanófilos
españoles. Una vez más pondrá en evidencia la pésima condición del clero
español. Sólo por conformismo burgués – el que apunta al éxito – los católicos
militantes españoles se pusieron al lado de Alemania, desconociendo lo que
debería ser su auténtico espíritu cristiano-católico y acercándose, de esa forma, al
paganismo imperial. Defiende, además, el maquiavelismo italiano, que no es mero
cinismo sino defensa de su propia personalidad y de su porvenir histórico, como
recuerda en su artículo «El caso de Italia». Para todos los españoles que no están
corroídos por un instinto suicida de disgregación, como el mismo don Miguel, el
caso de Italia les parecía ejemplar por amar la unidad y la personalidad nacional
24 R. Murri, La politica clericale e la democrazia, cit., p. 140.
25 «Carta a Murri», 28 de agosto de 1915, infra p. 601.
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