miguel de unamuno frente al modernismo religioso - Gredos ...

del escepticismo intelectual y del materialismo 208 . Cuando Unamuo afirma que
“creer en Dios es, en cierto modo, crearle” 209 se acerca a esa actitud volitiva de los
modernistas que buscan una fe más subjetiva; pero, si por un lado aparecen en su
ideario los postulados pragmáticos de William James – cuya doctrina, al
identificar la practicidad de una idea con su verdad, ejerció cierto influjo en el
simbolismo dogmático o en el concepto de fe puramente sentimental de algunos
representantes del movimiento –, por el otro también asoma el hegeliano “hacerse
Dios”, aquella fuerza que permite la Revelación de Dios al hombre. Muy
significativo resulta, en este sentido, que en la redacción definitiva de Nuevo
mundo Unamuno cambiara la frase de “salió diciendo ahora el hombre tiene que
hacerse Dios” con “salió del templo respirando nuevas aureas y creyó entrar en un
nuevo Mundo” 210 . De ahí que Teodoro Izarra Mendizábal pueda notar sobriamente
que la Revelación es en Unamuno “biyectiva, significa tanto el hacerse Dios
hombre como el hombre Dios” 211 . Todo conduce al punto de partida según el cual
sería el hombre, a través de su sentir, que hace su religión, pero Unamuno a lo
largo de su existencia admitió dos tipos de planteamiento distintos: primero
afirma que “si existe un Dios, es el Querer, que quiere perpetuarse en el universo
y manifestarse en él” 212 y luego da un paso más al precisar que “Dios no existe,
sino que más bien sobre-existe y está sustentando nuestra existencia,
existiéndonos” 213 , es decir, lo divino obra, vive y sufre en nosotros, revelándose
así en el universo y, a la recíproca, sustentándose en el hombre que cree:
“Y este Dios, el Dios vivo, tu Dios, nuestro Dios, está en mí, está en ti, vive en nosotros, y
nosotros vivimos, nos movemos y somos en Él. Y está en nosotros por el hambre de que de Él
tenemos, por el anhelo, haciéndose apetecer” 214 .
Porque, sustancialmente, no sólo el hombre tiene conciencia del mundo, sino
también se imagina que el mundo a su alrededor – la naturaleza animada o
inanimada – tiene conciencia como él. Unamuno, de hecho, realiza un paso más
208 Ibidem, pp. XXXV-XLI.
209 STV, OCV, XVI, p. 282.
210 Nuevo mundo, edición de L. Robles, Madrid, Trotta, 1994, p. 57.
211 T. Izarra Mendizába, «El Nuevo Mundo o más allá de los reinos de Dios y del hombre», en Tu
mano es mi destino, cit., p. 225.
212 «¡Plenitud de plenitudes y todo plenitud!», 1904, OCV, III, p. 768.
213 STV, OCV, XVI, p. 296.
214 Ibidem, p. 305.
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