miguel de unamuno frente al modernismo religioso - Gredos ...

“La individualidad dice más bien respecto a nuestros límites hacia fuera, presenta nuestra finitud;
la personalidad se refiere principalmente a nuestro límites, o mejor no límites, hacia adentro,
presenta nuestra infinitud” 32 .
La individualidad nos distingue y separa y coincide con lo íntimo e infinito,
mientras que la personalidad nos hace semejantes, nos unífica, y determina un yo
colectivo y concreto. Ésta es más mística, aquélla en cambio más social. Ambas
componentes estructurales del ser se sostienen mutuamente contraponiéndose – al
igual que razón y sentimiento – para que todo hombre pueda relacionarse con el
prójimo sin por eso dejar de ser él mismo y proclamar su propia ley. De esa forma
se evita aquel individualismo profundamente antipersonal de los que se someten
no tanto a cualquier tipo de dogma, sino a quienes enseñan estos dogmas como
ley colectiva externa; se evita, en otras palabras, la libertad por sumisión y se
apunta a la libertad por rebelión 33 . Estos dos componentes del ser se contraponen,
pero, en un sentido más amplio puede decirse que prestan mutuo apoyo:
“Apenas cabe fuerte individualidad sin una respetable dosis de personalidad, ni cabe fuerte y rica
personalidad sin un cierto grado eminente de individualidad” 34 .
En resumidas cuentas, el conocimiento es fruto del progreso del lenguaje, de
la necesidad del diálogo con el prójimo, y el lenguaje constituye el origen del
pensamiento y traje de los sentimientos. De la exigencia de interacción entre
individuo y sociedad nace la conciencia colectiva, integrada tanto por
individualidades, que buscan relaciones a través de su propia personalidad, como
por personalidades, que buscan la infinitud del ser en lo más íntimo de su propia
individualidad. La búsqueda de Dios se extiende así a toda la sociedad, donde
hay que estudiar el concepto de Dios ya que, al fin y al cabo, la sociología es el
estudio de una sucesión de individuos y de sus intimidades, dentro de las cuales
brota también el sentimiento religioso. Todo ello compendia Unamuno, como en
ningún otro escrito suyo, en una carta dirigida a Francisco Giner de los Ríos, en
donde habla de sus Diálogos filosóficos que, posiblemente, fueron publicados en
parte bajo el título Soliloquios y conversaciones:
32 «El individualismo español», 1905, OCV, III, p. 621.
33 ETC, OCV, III, pp. 264-265.
34 «El individualismo español», 1905, OCV, III, p. 620.
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