miguel de unamuno frente al modernismo religioso - Gredos ...

“La razón es una fuerza analítica, esto es, disolvente, cuando dejando de obrar sobre la forma de
las intuiciones, ya sean el instinto individual de conservación, ya del instinto social de
perpetuación, obra sobre el fondo, sobre la materia misma de ellas. La razón ordena las
percepciones sensibles que nos dan [sic] el mundo material” 24 .
Y es justo en el intento de solucionar la necesidad fundamental del hombre
cuando la razón se revela nihilista:
“Aún hay más, y es que en el problema concreto vital que nos interesa, la razón no toma posición
alguna. En rigor, hace algo peor aún que negar la inmortalidad del alma, la cual sería una solución,
y es que desconoce el problema como el deseo vital nos lo presenta. En el sentido racional y lógico
del término problema, no hay tal problema. Esto de la inmortalidad del alma, de la persistencia, de
la conciencia individual, no es racional, cae fuera de la razón” 25 .
De ahí que Unamuno, a lo largo de toda su obra, reitere más veces la necesidad
de luchar para conseguir el todo, para evitar el colapso en la nada y, desde esta
necesidad de abarcar el todo, considera la voluntad de ser como manifestación de
Dios en la tierra sin espacio y sin tiempo
“el que quieres ser es tu idea en Dios, Conciencia del Universo: es la divina idea de que eres
manifestación en el tiempo y el espacio” 26 .
Será, pues, la imaginación la facultad sustancial, la componente intuitiva que
permite a la humanidad comprender el sentimiento trágico de la vida. Con lo cual
se explica su interpretación del “¡Yo sé quién soy!” no como manifestación de la
soberbia o de un individualismo “egoísta” de don Quijote, sino al revés, como
forma de rechazo del planteamiento de todos los Pedro Alonso que no están
dispuestos a aceptar otra realidad que no forme parte de su idea del universo y,
por consiguiente, se hallarán perdidos en la creación de Dios de la misma manera
que todos los que no estuvieron capacitados para ver en la figura de Jesucristo
nada más que el hijo de un carpintero. No le interesa, por decirlo de otro modo, el
ser caduco y terreno, sino sólo aquel que, con la conciencia de su propia misión en
24 STV, OCV, XVI, p. 305.
25 Ibidem, p. 237.
26 VQS, OCV, IV, pp. 111-112.
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