miguel de unamuno frente al modernismo religioso - Gredos ...

Mi estimado amigo
19-III-1907
debí escribirle a raíz de haber recibido el número del Rinnovamento en que me
hacía el honor de ocuparse de mi obra, pero he andado lleno de quehaceres. De su
recensión que he de decirle? Que no soy yo el más apropósito para juzgar de ello
y que se lo agradezco mucho.
He leído a Towianski. Fue, sin duda, un alma llena de sed de verdad de vida, y
un corazón puro y grande. Pero como a otros muchos le engañó el amor a su
patria espiritual, a la religión católica en que se había criado. Ni los Towianski, ni
los Fogazzaro, ni los Tyrrell encontrarán más que amarguras. La Iglesia Católica
es irreformable, pues se ha declarado infalible. No queda sino salvar el legado
cristiano que ella guarda.
Las almas sencillas, sin necesidades intelectuales, pueden encontrar la paz del
alma y la luz del corazón en esa Iglesia porque prescinden de sus dogmas, de sus
gnosis, de toda esa teología de origen griego. Pero los hombres cultos al oír que
quien rechaza uno solo de esos dogmas teológico-metafísicos se niega la salud y
que hay que admitirlo todo o nada se aparta de ella y como al apartarse de ella se
aparta de la comunión religiosa con sus compatriotas, no encuentra el
cristianismo.
La Iglesia Católica, a la vez que conserva la verdad cristiana para los simples,
la ha matado en los doctos; ha descristianizado a los intelectuales al querer
obligarles a admitir una filosofía del siglo XIII.
Una vez más he de repetirlo. Los países llamados latinos necesitan de una
Reforma que les sea lo que les fue a los germánicos la de Lutero. Y esa sólo puede
hacerse rompiendo abiertamente con la Iglesia. De los papas no puede esperarse
nada.
Yo no dudo de que Rensi, fue sincero en su artículo. Lo que se sublevó al leerlo
fue mi corazón y me parece que el autor se arrojó en aquello de la resignación, al
aniquilamiento por desesperación. La desesperación íntima, recogida y resignada
es el fenómeno más característico de nuestros días. Los que niegan niegan por
desesperación, desesperados de no poder afirmar, y los que afirman afirman, por
desesperación, para convencerse a sí mismos. Se ha perdido el sentimiento de la
evidencia espiritual y nuestras almas flotan al aire, sin tocar pié en suelo firme.
Estamos pasando por una época análoga a la del fin del paganismo que tan
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