miguel de unamuno frente al modernismo religioso - Gredos ...

movimiento abrazó la más neta propuesta postivista dejando a Giner de los Ríos
defender casi a solas los principios de la I.L.E. La componente religiosa del
krausismo resultará ser, con el paso de los años, sólo una reflexión accesoria, ya
que aquel conjunto de sentimientos iba inscribiéndose dentro de un puro
antitradicionalismo, puesto que se consideraba más urgente la tarea de acercar
España a Europa. Frente al misticismo interior, que desemboca en los modernistas
en la concepción de la inmanencia vital, contrasta en el krausismo el rechazo a
toda religión externa. Todo se transforma, en otras palabras, en un mero rechazo
de los ostentosos actos de culto, de las formalidades aparatosas y huecas de
contenido que la España del siglo XIX reservaba para los actos religiosos,
demostrando de esa forma sólo una rotunda oposición a la oficialidad de la
Iglesia. A este respecto, De Llera destaca dos elementos que nos persuaden a
creer en un progresivo alejamiento del krausismo de su primitiva noción religiosa
que se cumple a través de una inclinación hacia otras componentes ideológicas.
En primer lugar, llama la atención que
“eminentes socialistas, tan poco generosos por lo general en el reconocer a la ortodoxia católica la
más mínima función positiva en la evolución de nuestra cultura y de nuestra sociedad, hayan
derrochado tanta generosidad a la hora de juzgar krausismo y krausistas, sabiendo que, a pesar de
que algunos hombres de cultura del P.S.O.E. del primer tercio de nuestro siglo se hubieran
formado en parte en la I.L.E., como Fernando de los Ríos o Julián Besteiro, entre otros, krausismo
y marxismo se oponen, y se oponían, radicalmente” 51 .
La simpatía de los socialistas por los krausistas atestigua un común
planteamiento anticlerical, una consideración del krausismo como movimiento
anticatólico y el papel secundario que desempeñó la componente religiosa en el
programa social de estos hombres. A este propósito, resulta paradigmático, en
segundo lugar, el precioso testimonio de un krausopositivista, Alfredo Calderón,
que traiciona su estima por Zola y, consiguientemente, por el naturalismo: “Bueno
será declarar, de una vez por todas, siguiendo el ejemplo del gran Zola en qué
consisten nuestros amores” 52 .
51 L. de Llera, Religión y Literatura, cit., nota 33, p. 97. A este propósito véanse, en particular, los
estudios de E. Terrón, Sociedad e ideología en los orígenes de la edad contemporánea, Barcelona,
Península, 1969; E. Díaz, La filosofía social del krausismo español, Madrid, Cuadernos para el
Diálogo, 1973; M. Percellín, El krausismo en Badadajoz, Cáceres, Editorial Regional, 1987; A.
Jiménez García, cit.
52 A. Calderón, «Nuestros odios», en Palabras, cit., p. 197.
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