miguel de unamuno frente al modernismo religioso - Gredos ...

establecer su influencia en la génesis y desarrollo del modernismo religioso
europeo. Sin embargo, el cardenal Vives i Tutó, bajo el seudónimo de José María,
no pudo hacer menos que amonestar a los lectores de sus textos contra un uso
impropio de los mismos:
“antes de poner en mano de los jóvenes escolares las obras del Purpurado oratoriano, se les
prevenga cautelosamente en contra de los defectos de que adolece, se les señale con precisión
hasta qué punto pueden seguir en su vuelo a aquel águila cauda […] Newman, cuando escribía la
mayor parte de sus obras, era aún protestante; no se le puede en consecuencia consultar con la
misma seguridad y confianza con que se consulta a un teólogo ortodoxo” 249 .
Evidentemente el cardenal español intuyó la peligrosidad de sus escritos, pero,
al no poder atacarle directamente por ser él un anglosajón convertido, limitó su
crítica a una amonestación circunscrita a su período protestante. De hecho, queda
todavía abierta la cuestión de Newman como precursor del movimiento por lo que
concierne a la teoría de la evolución dogmática.
Durante el año académico 1899-1900, Harnack pronunciaba una serie de
dieciséis clases que verán luz bajo el título Das Wesen des Christentums. Aquí, el
profesor de la Universidad Humboldt de Berlín define a la Iglesia como un estado
fundado en el derecho y en la fuerza que nada tenía que ver con el Evangelio,
cuyos valores, al contrario, contradecía. Loisy, en respuesta a sus ataques,
publicará en 1902 L'Évangile et l'Église, donde se opone a la idea de una esencia
metafísica de la predicación de Jesús. Para el teólogo francés la tarea de la
exégesis crítica no es tanto la de buscar una supuesta esencia del cristianismo que
coincida con un principio abstracto de la comprensión de la persona de Jesús,
cuanto la de controlar los datos de la tradición evangélica a través de los nuevos
métodos adquiridos a lo largo del tiempo por la ciencia histórica y, por
consiguiente, presentar una verosímil imagen de Jesucristo sin por eso caer en la
apologética. Además, sostiene que el gran mérito de la Iglesia romana fue su
capacidad de adaptar el mensaje evangélico a las cambiantes experiencias del
mundo y de la humanidad, lo que permitió perpetuarlo a lo largo de los siglos 250 .
Tesis que por un lado superaba la crítica de Harnack, pero por el otro teorizaba
sobre la necesidad de una renovación de la institución eclesiástica. En 1903,
249 José María (seudónimo de Vives i Tutó), «Cartas a un director de Seminario», en Correo
Josefino, Tortosa, 1907, p. 112.
250 Cfr. A. F. Loisy, L'Évangile et l'Église, Paris, Picard, 1902.
244