miguel de unamuno frente al modernismo religioso - Gredos ...

pueblo español se ha mostrado retuso a toda comprensión verdaderamente
filosófica” 98 , mientras que por lo que concierne a la teología confiesa, en una carta
dirigida al amigo Nin Frías, que España tiene “grandes místicos y malos
teólogos” 99 y es preciso evidenciar, como deduce Pierre Jobit, que la mística no se
precia de finura filosófica 100 . Otro testimonio autorizado proveniente de la
Generación del '98 es el de Ramiro de Maeztu que, en una carta de 1908 dirigida a
Ortega y Gasset, dice: “Verdad que no hay sensibilidad en España para las
cuestiones teológicas” 101 .
De ahí los intentos de Abellán, de 1989, y de Luis de Llera, de 1994 – que se
apoyan, en particular, en los estudios más completos en este sentido de Ricardo
Gullón y Federico de Onís – de romper con las convenciones que limitan el
ámbito artístico para demostrar la presencia en suelo español del fermento
renovador religioso, y considerar a Unamuno el gigante de su generación, máximo
represente del movimiento. Sin duda, se intuyó que la originalidad de un
planteamineto crítico no era reconocer la imposibilidad de clasificación del
pensamiento humanista unamuniano, sino intentar pegarle una etiqueta, aun a
sabiendas de que se iba contra su legado escrito. De esa forma se llegó a
conclusiones evidentemente forzadas y se perdió de vista que la comunión de
Unamuno con el modernismo religioso, teorizada en los años '40 por los padres
jesuitas o franciscanos, brotó de un juicio faccioso e interesado, surgió de la
voluntad, en otras palabras, de incluir sus elucubraciones de cuño espiritual en la
condena de la Pascendi y de la complacencia de fomentar la presencia en el Índice
de sus obras. Por eso también las palabras de Botti fueron llevadas a extremas
consecuencias, sin considerar su tono moderado. Más recientemente se ha intuido
el error y la crítica se ha limitado a reconocer la simpatía y el interés de don
Miguel hacia el debate modernista y su intento de reconciliación entre fe y
ciencia, como en el caso de Borzoni. Sin duda hay algún punto de contacto entre
el Rector de Salamanca y el movimiento, pero no faltan las divergencias que
irreparablemente le alejan de una postura que pueda paragonarse a la de Loisy,
Tyrrell, von Hügel, Houtin, Le Roy, Buonaiuti o Il Rinnovamento. De hecho, la
98 «Sobre la lectura e interpretación del “Quijote”», 1905, OCV, III, p. 844.
99 «Carta a Nin Frías», 19 de julio de 1902, en Epistolario americano (1890-1936), edición de L.
Robles, Salamanca, Universidad de Salamanca, 1996, p. 139.
100 Cfr. P. Jobit, Les éducateurs de l'Espagne contemporaine, 2 vols., I, Paris, Boccard, 1936, p.
204.
101 En «Dos cartas de Ramiro de Maeztu a Ortega», cit., p. 120.
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