miguel de unamuno frente al modernismo religioso - Gredos ...

inmortalidad de cuño sentimental. La existencia de Dios es para Kant un
postulado, el postulado de la realidad de un bien supremo originario que posibilita
el orden moral 157 . “En este punto el pensamiento unamuniano se diferencia del de
Kant” 158 , afirma Eudaldo Forment, ya que para Unamuno lo único que cuenta es el
deseo que garantice y satisfaga la inmortalidad personal, y eso tampoco se
consigue a través de la moral:
“Lo que el hombre busca en la religión, en la fe religiosa, es salvar su propia individualidad,
eternizarla, lo que no se consigue ni con la ciencia, ni con el arte, ni con la moral. Ni ciencia, ni
arte, ni moral nos exigen a Dios; lo que nos exige a Dios es la religión. Y con muy genial acierto
hablan nuestros jesuítas del gran negocio de nuestra salvación. Negocio, sí, negocio, algo de
género económico, hedonístico, aunque trascendente. Y a Dios no le necesitamos ni para que nos
enseñe la verdad de las cosas, ni su belleza, ni nos asegure la moralidad con penas y castigos, sino
para que nos salve, para que no nos deje morir del todo” 159 .
El agnosticismo confiesa la incapacidad de llegar a una solución con respecto a
la verdad sobre lo divino y precisamente en esta imposibilidad de la razón de
ofrecer una adecuada respuesta a la problemática, en esa perspectiva religiosa, los
dos pensadores comulgan con el agnosticismo. La cuestión se desdobla en
múltiples variantes y si para Kant hay otro camino para acceder a lo divino que
coincide con la moral, Unamuno trata el asunto del origen y fin del hombre a
través de la voluntad de supervivencia humana superando la dialéctica kantiana y
remitiéndose al pragmatismo jamesiano. La vía volitiva de la especulación
unamuniana admite la derrota de la razón frente al problema de Dios, ya que el
deseo subjetivo de querer que exista Dios y, por consiguiente, la perpetuación del
alma humana no corresponden a una realidad objetiva. Cabe recordar, en efecto,
que el vasco ya había manifestado alguna desavenencia con la Crítica kantiana en
su época juvenil. En el cuaderno de apuntes de 1886 Filosofía Lógica, no se
remite a Kant para intentar establecer una línea de unión entre metafísica y
positivismo que busca en la evidencia de los hechos, como debería sugerir una
natural lógica filosófica, sino a Hegel, el cual era, sin duda, uno de sus puntos de
referencia favoritos de aquellos años. Kant, en cambio, parece quedar un poco al
157 I. Kant, Kritik der praktischen Vernunft, en Werke, hrsg. v. W. Weischedel, VI, Darmstadt,
1975; edición consultada Crítica de la razón práctica, edición de E. Miñana y M. García Morente,
Madrid, Espasa-Calpe, 1975, p. 175-176.
158 E. Forment, Lecciones de metafísica, Madrid, RIALP, 1992, p. 297.
159 STV, OCV, XVI, pp. 440-441.
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