miguel de unamuno frente al modernismo religioso - Gredos ...

moderna, es necesario, ruega Benedetto al Pontífice, ahorrar a las obras de
Giovanni Selva la condena del Índice 84 . Con extrema lucidez, el párroco de
Fogazzaro primero diagnostica los males de la Iglesia y después, en contra de la
actitud resignada de don Manuel, brinda una solución para cada uno de ellos.
El primero es la mentira, que se insinúa principalmente en los eclesiásticos
adoradores de la letra, en los que sólo quieren amaestrar a los hombres, es decir,
que siguen servil y pasivamente los dictámenes establecidos por la voluntad
humana sin hacerse preguntas, e impiden la libre interpretación de las Sagradas
Escrituras 85 . Éstos no poseen el espíritu del apóstol que todo indaga y no
comprenden que el concepto de Vía, Verdad y Vida va dilatándose en la mente y
en el corazón de la humanidad con el paso del tiempo 86 . Y a la mentira se asocia
irreparablemente la cobardía eclesiástica, la cobardía de todos los que tienen
miedo de un escándalo por un conflicto con la autoridad, y más que oponerse a
sus superiores, se oponen al mismo Dios 87 . Los religosos que creen cumplir con su
misión sólo aceptando lo que la autoridad acepta y rechazando lo que ésta
rechaza, en realidad no sirven a Dios y son causa de una funesta perversión de la
fe. Servir a Dios significa tener fe en la palabra de Cristo, en su doctrina, y no en
los decretos de los Concilios; vivir, en otras palabras, aquel fiat voluntas tua que
impone al hombre el deber de trabajar con todas sus fuerzas para la primacía de la
ley divina en el campo de la libertad humana, en oposición a la lectura de acto de
resignación que le dan algunos fieles 88 . Por lo cual, la Iglesia no ha de oponerse a
los que tienen el culto supremo de Dios en cuanto Verdad, que arden de una fe
impávida, y es menester que el Pontífice intervenga en apoyo de estos religiosos,
que no son herejes, sino que por el contrario, tienen el corazón lleno de Cristo y se
elevan a campeones del catolicismo 89 . Para superar el problema de la mentira es
menester realizar un compromiso, como ya se ha evidenciado, entre lo divino y lo
terreno, entre las elucubraciones religiosas y el mundo de los objetos reales, entre
la jerarquía con su tradición y el laicismo con su continuo abrazo a lo real y su
oposición a la tradición, un compromiso entre Iglesia y hombre que trascienda las
ideas dominantes 90 .
84 Ibidem, p. 253.
85 Ibidem, p. 249.
86 Ibidem, p. 89.
87 Ibidem, p. 194.
88 Ibidem, pp. 116 y 249.
89 Ibidem, p. 250.
90 Ibidem, p. 223.
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