miguel de unamuno frente al modernismo religioso - Gredos ...

es el que enceta una doctrina el que la completa ni el que mejor ve sus
consecuencias todas, como no es siempre el autor de un libro el que mejor lo
comprende.
La brutalidad mental es algo que entra en lo que llamamos moralidad, aunque
no sean más responsables de ella los brutos mentales, que no son los tontos
responsables de su tontería. Y así como en la brutalidad mental se descubre un
fondo de perversidad moral, también en la tontería, siendo como es tan distinta de
aquélla – pues el bruto mental puede no tener nada de tonto –, hay casi siempre
cierta perversión moral. Es una idea bastante extendida la de que los tontos no
suelen ser buenos. El tonto es mal intencionado, es mezquino y es envidioso. Y
cabe proponerse esta cuestión: ¿el tonto avieso es avieso porque es tonto, o es
tonto porque es avieso? Henos aquí en el complicado problema del valor moral de
la tontería.
Podría creerse que en muchos, en muchísimos casos la tontería tiene un origen
moral y arranca de mezquindad de espíritu, de mala intención; mas, por otra parte,
puede invertirse los términos y atribuir a la tontería la mezquindad y mala
intención. Lo más probable es que ambas cosas son coefectos de una misma causa
de origen corporal orgánico, de una deficiencia fisiológica. Mas como a su vez
estas deficiencias son, en gran parte, curables, y para su curación cabe emplear
medios anímicos – la sugestión y otros análogos –, debe predicarse la obligación
de ser inteligente. Y si se dijere que no está en el poder de un tonto hacerse
inteligente, cabe responder que no está más en el poder de un avieso hacerse
bueno. Los que niegan el libre albedrío no por eso rechazan el que se pida a los
hombres que sean buenos y se procure con premios y castigos inducirles a ello,
porque saben muy bien que estos premios y castigos, y esos preceptos, y
exhortaciones, son motivos para inducirles al bien, motivos que entran en la trama
de ellos, de que surgen los actos de volición. Y el que se empeñe en ver
contradicción entre que se niegue el libre albedrío y se le inflija a un hombre
castigo por un acto dañino o se le premie, por uno beneficioso, es un bruto mental
que está entrando en el período de la osificación de la inteligencia.
Uno de los medios más adecuados para combatir la tontería es, sin duda, el de
predicar la obligación moral de ser inteligente.
Es muy frecuente oír, cuando se quiere defender a los tontos, aquello de que
serán bienaventurados los pobres de espíritu, y, sin embargo, pobre de espíritu no
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