miguel de unamuno frente al modernismo religioso - Gredos ...

angustia” 31 . La locura quijotesca adquiere la acepción de fe como congoja, y
precisamente en este aspecto el pensamiento del vasco se acerca a la inteligencia
de la fe de Kierkegaard. Como Abramo, incluso don Quijote cree en lo absurdo y
anhela lo imposible aun a sabiendas de que lo imposible es imposible de verdad.
Justo en esta conciencia de la imposibilidad de su acción estriba su condición de
héroe agónico.
Cada uno merece ser recordado, sostiene Kierkegaard, pero cada uno de los
grandes hombres lo fue en la medida en que fue grande el objeto de su espera o
esperanza. Unos fueron grandes porque esperaron las cosas posibles; otros lo
fueron porque esperaron las eternas; pero el mayor de todos los grandes fue el que
esperó que se cumpliera lo imposible 32 . La fe, siempre siguiendo al filósofo danés,
es la paradoja infinita ya que, aun reconociendo su imposibilidad, cree en lo
absurdo. El padre del existencialismo admite, de esa forma, dos movimientos: la
resignación infinita, que explora el abismo de la imposibilidad, y la recuperación
del todo en virtud del mismo absurdo. Del seno de la resignación infinita, el
caballero de la fe está capacitado para realizar un salto en el vacío recuperando el
objeto de su esperanza imposible. El caballero de la fe, sostiene Kierkegaard, hace
un movimiento aun más maravilloso en cuanto cree que puede conseguir la fe
precisamente en virtud de lo absurdo, por el principio según el cual a Dios todo le
es posible 33 . De la influencia de Kiekegaard debió de brotar el dilema
unamuniano, de naturaleza hamlética, entre todo y nada que es clave de su
quijotismo y de su agonía religiosa. Sólo emprendiendo el camino hacia el todo
podrá alcanzarse la eternidad para no disiparse en la nada, o sea las meras
aparencias de una realidad objetivada por el sentido común. Sin embago, como
deduce Jesús Antonio Collado, lo característico de Kierkegaard es “la
problemática de la existencia religiosa”, mientras que Unamuno parece reducir la
cuestión de la inmortalidad del alma a un mero “problema personal” 34 . Además, el
salto del que habla el filósofo danés, de forma diferente del salto que empuja al
pensador vasco hacia el vacío, “le pone definitivamente en manos de Dios” 35 .
Collado concluye su estudio sostenendo que el vasco “salta del absurdo racional
31 VQS, OCV, IV, p. 313.
32 Cfr. J. de Silentio (seudónimo de S. Kierkegaard), Frygt og Bæven. Dialektisk Lyrik of Johannes
de Silentio, 1843, edición consultada Timore e Tremore, traducción italiana de C. Fabro, Milano,
Rizzoli, 2004 8 , p. 37.
33 Ibidem, pp. 69-70.
34 J. A. Collado, Kierkegaard y Unamuno, Madrid, Gredos, 1962, p. 158.
35 Ibidem, p. 190.
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