miguel de unamuno frente al modernismo religioso - Gredos ...

jóvenes que se formaron en el talante religioso de sus maestros krausistas como
integrantes del nuevo fermento religioso o, por lo menos, conscientemente
participes.
Liberalismo y oposición al catolicismo oficial fue inevitablemente el mayor
legado que los krausistas dejaron a las generaciones posteriores; por eso hay quien
llegó a definir a la Generación del '98 como un “movimiento gineriano” 55 .
Noventayochistas y/o modernistas, en efecto, heredaron del krausismo la
preocupación nacional y la perspectiva reformista-liberal, desde la cual meditaban
sobre el problema abriendo su pensamiento a movimientos, filosofías, ideologías,
modas y tendencias culturales provenientes de lo extranjero. Sin embargo, si se
excluyen algunos débiles o tardíos puntos de contacto o, como en el caso de
Unamuno, algunas simpatías hacia el modernismo religioso, el acercamiento al
nuevo fermento reformista europeo por parte de los intelectuales españoles de la
época fue escaso y esporádico, tal vez por la debilidad de las argumentaciones
religiosas y teológicas con las que el krausismo abarcó el problema de la reforma
espiritual de la Iglesia. En efecto, la de los krausistas es esencialmente una batalla
más que al dogma, a las costumbres y al fanatismo eclesiástico, a la intolerancia y
a los abusos, a la falsa religiosidad y a la hipocresía católica rígidamente
moralista. Los componentes teológico-racionales del origen del movimiento, los
que fundamentan el pensamiento de Sanz del Río en su Sintética, como señala
Fernando Martín Buezas 56 , fueron menguando en favor de un anticlericalismo
puro, como ya tuvimos la oportunidad de señalar, que desembocará en una batalla
estéril contra el catolicismo ortodoxo. Para los krausistas, lo esencial era la
sinceridad religiosa y la aceptación libre y racional de la religión por cada
individuo. La especulación religiosa krausista se redujo enseguida a una sencilla
afirmación de la libertad religiosa, de la concordia, de la tolerancia, del respeto
mutuo entre las diferentes confesiones y de la libertad de conciencia. Y esta
libertad de conciencia que inicialmente los krausistas vivieron junto a un profundo
sentimiento religoso, seguirá imponiéndose grado a grado hasta reducir la fe
religiosa de sus partidarios a un sentimiento meramente humano; por lo cual,
difícilmente puede considerarse el krausismo como sucedáneo de un movimiento
55 M. D. Gómez Molleda, Los reformadores de la España contemporánea, Madrid, C.S.I.C., 1966,
p. 362.
56 La teología de Sanz del Río y del krausismo español, cit.
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