miguel de unamuno frente al modernismo religioso - Gredos ...

su obra” 15 . Así que en la vacilación entre religión y literatura sacrificó lo auténtico
por lo postizo y, después de una breve etapa de tendencias místicas que se puede
reducir a los años que van de 1897 a 1900, pronto asomó la farsa y la comedia de
un Unamuno que “a menudo hacía el papel de Unamuno” 16 . Esta es la conclusión
que saca al final de sus elucubraciones:
“Él buscaba entonces con humildad poder del todo creer, poder merecer a Dios. Y podría decirse,
claro es, que religioso, en un amplio sentido de la palabra, lo fue él siempre. Pero la verdad es que
creyente, aunque sea con dudas – creyente en la religión católica – y humilde buscador de Dios, no
lo fue ya, que yo sepa, después de esa época, nunca más” 17 .
Ciertamente la humildad no era algo suyo, precisamente porque su credo se
fundaba en la duda y soberbiamente no se sometía a una creencia apriorística. Sin
duda, tiene razón Sánchez Barbudo en afirmar que Unamuno se alejó grado a
grado del catolicismo, es decir, después de una infancia de educación católica y de
unas meditaciones religiosas durante los años de la crisis. No obstante, no hay que
subestimar algunas componentes de su pensamiento de fondo cristiano, a saber: su
constante búsqueda de la verdad, su voluntad de conocer la auténtica palabra de
Jesucristo, su devoción al crucifijo cristiano que siempre llevaba consigo, su
apasionada lectura de las Sagradas Escrituras que mucho debió de influirle como
para afirmar “Tengo, sí, con el afecto, con el corazón, con el sentimiento, una
fuerte tendencia al cristianismo” 18 , su caridad desinteresada en relación con la
cuestión social que aflora en muchos pasajes del Diario, sus propósitos piadosos,
esa “desesperación esperanzada”, parafraseando a Pedro Laín Entralgo y a Charles
Moeller, que le lleva a la pasión y a la virtud, a la fe en la Resurrección del
hombre de carne y hueso, su actitud hacia Dios visto en la figura de El Cristo de
Velázquez, su entrega a la persona de Jesús, la influencia de la sociedad y del
contexto social – el coeficente español al que se refirió Botti o las modalidades
españolas según definición de Zubizarreta – que le indujo a una operación de
españolización bíblica. Por todo ello, interpretar la especulación religiosa
unamuniana, siguiendo a Sánchez Barbudo, como un acto de voluntaria e
intencionada insinceridad, significaría abjurar de casi toda su producción, y
15 Ibidem, p. 92.
16 Ibidem, p. 126.
17 Ibidem, p. 157.
18 «Mi religión», 1907, OCV, XVI, p. 119.
33