miguel de unamuno frente al modernismo religioso - Gredos ...

“la entidad ética y religiosa que ha venido viviendo, transformándose, acrecentándose y
adaptándose a las diversas necesidades de los tiempos en el seno de la conciencia colectiva de los
pueblos cristianos” 283 .
Lo que pasa es que don Miguel lleva a extremas consecuencias este mismo
planteamiento al utilizar la presente teoría procedente de un nuevo intento de
exégesis bíblica para sostener un juego paradójico: la realidad de un personaje
ficcional como don Quijote. El caballero de Cervantes es, por la eficacia de su
obra, una figura que se ganó su realidad histórica. Por lo cual, en 1905 se
pregunta:
“Y lo que se ha hecho con las Sagradas Escrituras del Cristianismo, ¿por qué no se ha de hacer con
el Quijote, que debería ser la Biblia nacional de la religión patriótica de España?” 284 ;
y algunos años más tarde reitera la necesidad de tomar el texto de Cervantes
“como los místicos y los predicadores toman la Biblia para sus elucubraciones” 285 .
Por todas estas razones la posición de Unamuno frente a un incuestionable
rechazo de la dogmática dominante parece más intelectual que teológica, acorde
con su espíritu de libre pensador inclasificable en cualquier movimiento. Por eso,
las breves referencias al evolucionismo dogmático distribuidas en muchas de sus
obras, no tienen la intensidad de un planteamiento estrictamente teológico sobre el
que se basa el análisis modernista. Incluso allí donde intenta profundizar la
problemática, como en algunos capítulos de Del sentimiento trágico de la vida, se
nota inevitablemente la deuda hacia otros pensadores religiosos como Harnack,
Turmel, Robertson, Sabatier, Loisy, Houtin, Le Roy, Blondel, etc., en una
especulación que no añade nada nuevo al tema sino su espíritu de rebeldía en una
España demasiado sumisa a la autoridad de la tradición católica. Todo eso le
llevará, por consiguiente, a una rehabilitación de la temática, por lo incurable y
polifacético intelectual que era, en clave más humanista, como ocurre en su
monumental Vida de Don Quijote y Sancho.
283 «Sobre la lectura e interpretación del “Quijote”», 1905, OCV, III, p. 847.
284 Ibidem, pp. 849-850.
285 «Carta a Alicia H. Bushee», 5 de octubre de 1912, en M. García Blanco, «Prólogo» al tomo IV
de OCV, p. 24
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