miguel de unamuno frente al modernismo religioso - Gredos ...

camello, y resultando así una metáfora disparatada por lo incongruente. Y una vez cometido el
error, no han faltado interpretaciones ingeniosas a lo del camello” 294 .
De ahí procede toda su irreverencia hacia el uso que la Iglesia hizo de los
Evangelios, hacia todas esas interpretaciones de las Escrituras que no acababan de
convencerle y hacia las verdades pasivas y establecidas erróneamente que ya no
tenían su razón de ser. Hay que volver a leer estos textos con el corazón,
predicaba en otras palabras don Miguel, de otra forma sólo se obtiene una fe
vacua e implícita procediente de la imposición institucional. Y las instituciones
religiosas al ser humanas se equivocan, como se equivocaron los traductores del
Evangelio que Unamuno parodia al anteponer o posponer todos los elementos del
pasaje evangélico mencionado:
“Por el ojo de una camello
pasa una aguja y le deja
tuerto; el camello se aleja,
encorvado triste el cuello,
pero no se queja” 295 .
En último ánalisis ha de notarse la frecuente presencia en la obra unamuniana
de referencias, alusiones, glosas o explicaciones a episodios bíblicos. Muy a
menudo cita a San Miguel y a Satanás, a Moisés, a San Judas, a Job, etc.; la
Raquel bíblica dará el nombre a la Raquel de su Dos madres, donde Berta es el
equivalente de Bilha del Génesis; otro nombre bíblico que aparece en la narrativa
unamuniana es el de Lázaro, hermano de Ángela Carballino, la cronista de San
Manuel Bueno, mártir; su Nada más que todo un hombre es la alegoría de la
creación; además, dedica una novela entera al antagonismo de Caín y Abel en su
Abel Sánchez, donde Abel tiene algo de Joaquín y éste de aquél, de tal manera que
si Caín no hubiera matado a Abel, hubiera sido éste quien hubiera matado a aquél,
en una plasmación personal del episodio bíblico situada en un “tiempo sin
tiempo” que volverá a protragonizar también su drama El Otro. Tampoco es raro
que emplee las misma palabras de los Evangelios: aquel versículo de Marcos que
294 «Acerca de la reforma de la ortografía castellana», 1896, OCV, III, nota 1, pp. 390-391.
295 Cancionero, n. 968, 1929, OCV, XV, p. 477.
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