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miguel de unamuno frente al modernismo religioso - Gredos ...

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morirse <strong>de</strong>l todo. [...] El hombre que no quiere pensar en ciertos problemas eternos es un<br />

embustero, y nada más que un embustero. Y así suele ir, tanto en los individuos como en los<br />

pueblos, la superfici<strong>al</strong>idad unida a la insinceridad. Pueblo ir<strong>religioso</strong>, es <strong>de</strong>cir, pueblo en que los<br />

problemas <strong>religioso</strong>s no interesan a casi nadie – sea cu<strong>al</strong> fuere la solución que se les dé –, es<br />

pueblo <strong>de</strong> embusteros y exhibicionistas, don<strong>de</strong> lo que importa no es ser, sino parecer ser. He aquí<br />

cómo entiendo lo <strong>de</strong> la verdad en la vida y la vida en la verdad” 267 .<br />

Aquí hace referencia también a la tan <strong>de</strong>batida cuestión <strong>de</strong>l Filioque, la<br />

proce<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong>l Espíritu Santo <strong>de</strong>l Padre y <strong>de</strong>l Hijo según la fórmula <strong>de</strong>nominada<br />

Símbolo Niceno-Constantinopolitano. Unamuno, con una actitud análoga a la <strong>de</strong>l<br />

mo<strong>de</strong>rnista Houtin, se muestra irreverente hacia las diatribas teológicas sobre una<br />

cuestión tan efímera que, como natur<strong>al</strong> consecuencia, dio origen <strong>al</strong> dogma muerto<br />

<strong>de</strong>l Filioque. Hoy en día a nadie le interesa si el Espíritu Santo proce<strong>de</strong> sólo <strong>de</strong>l<br />

Padre o <strong>de</strong>l Padre y <strong>de</strong>l Hijo a la vez, porque no es a través <strong>de</strong> esta inútil<br />

disertación como se estímula el sentimiento <strong>religioso</strong>: “qué diferencia implica en<br />

nuestra conducta mor<strong>al</strong> y religiosa el que creamos una cosa o la otra” 268 .<br />

De esa forma termina la adherencia <strong>de</strong> Unamuno <strong>al</strong> evolucionismo dogmático<br />

mo<strong>de</strong>rnista, en la medida en que compren<strong>de</strong> que el resultado último <strong>de</strong>l<br />

mo<strong>de</strong>rnismo <strong>religioso</strong> será negar el dogma <strong>de</strong> la resurrección <strong>de</strong> Jesucristo. Y eso<br />

don Miguel no lo pue<strong>de</strong> aceptar, en cuanto se quitaría todo sentido a la vida<br />

terren<strong>al</strong> <strong>al</strong> negar una esperanza en la supervivencia <strong>de</strong>l <strong>al</strong>ma. Es lo que afirma en<br />

1913, <strong>al</strong> criticar abiertamente el citado Dogme et Critique <strong>de</strong>l filomo<strong>de</strong>rnista Le<br />

Roy:<br />

“Leed, por otra parte, en la excelente obra <strong>de</strong> E. Le Roy, Dogme et Critique, su exposición <strong>de</strong>l<br />

dogma centr<strong>al</strong>, el <strong>de</strong> la resurrección <strong>de</strong> Jesús, y <strong>de</strong>cidme si queda <strong>al</strong>go sólido en que apoyar<br />

nuestra esperanza. ¿No ven que, más que <strong>de</strong> la vida inmort<strong>al</strong> <strong>de</strong> Cristo, reducida acaso a una vida<br />

en la conciencia colectiva cristiana, se trata <strong>de</strong> una garantía <strong>de</strong> nuestra propia resurrección<br />

person<strong>al</strong>, en <strong>al</strong>ma y también en cuerpo? Esa nueva apologética psicológica apela <strong>al</strong> milagro mor<strong>al</strong>,<br />

y nosotros, como los judíos, queremos señ<strong>al</strong>es, <strong>al</strong>go que se pueda agarrar con todas las potencias<br />

<strong>de</strong>l <strong>al</strong>ma y con todos los sentidos <strong>de</strong>l cuerpo. Y con las manos y los pies y la boca, si es posible” 269 .<br />

Unamuno, como ya se ha dicho, rechaza aquel intelectu<strong>al</strong>ismo, que ens<strong>al</strong>za la<br />

razón pura, por el consiguiente escepticismo sobre cuestiones como la<br />

267 «Verdad y vida», 1908, OCV, IV, pp. 393-394.<br />

268 Ibi<strong>de</strong>m, p. 393.<br />

269 STV, OCV, XVI, p. 200.<br />

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