miguel de unamuno frente al modernismo religioso - Gredos ...

mientras que Benedetto sostiene la acción y el valor de las obras terrenas en todo
su carácter ético-religioso, conforme con el planteamiento modernista, sin que por
eso pueda hacer otra cosa que confiar en lo eterno y en la resurección de la carne.
Por lo que respecta a la simbología, parece evidente que la que emplea
Fogazzaro no es tan significativa, para la finalidad conceptual de su mensaje,
como la de Unamuno. El lago y las montañas, por ejemplo, son en Il Santo
elementos accesorios. El lago sólo es un componente más del paisaje de Bruges y
de Lugano, y el Lac d'amour de la ciudad belga no será nada más que la fuente de
inspiración para la novela que Carlino Dessalle soñaba escribir, el lugar de
encuentro, de claro simbolismo romántico, escenario del amor entre lo platónico y
lo profano de los dos protagonistas: un sacerdote octogenario que perdió la fe y
una joven de veinticuatro años que se la hace recobrar. Las “montagne
religiose” 120 son tales solamente por rodear la vía de los Monasterios, con
dirección a Jenne. Aquí se encuentran, además de una serie de pequeñas iglesias y
de hornacinas, los monasterios de Santa Scolastica y del Sacro Speco, escondidos
en el valle dell'Aniene, donde se mueve Piero Maironi. Nada, pues, del escenario
simbólico de San Manuel Bueno, mártir, de aquella naturaleza “como proyección
de una conciencia trágica que es la de don Mnauel” 121 , nada de la oposición entre
la fe robusta del pueblo, identificada por la montaña, y el movimiento espiritual
del protagonista, representado por el viento que riza la superficie del lago, nada de
la personificación de la naturaleza, nada de la oposición entre Antiguo Testamento
– el Monte de Hor y el Monte Nebo – y el Nuevo Testamento – con el culto
acuático del Bautista 122 –, nada de la lucha entre fe y razón.
Además, hay entre los dos textos y entre los protagonistas una serie de
diferencias igualmente evidentes sobre aspectos menos marcados, o de menor
interés para el presente estudio, que separan inevitablemente las creaciones de sus
respectivos autores. Don Manuel no cree en la justicia terrena 123 , como tampoco
illusioni eterne”, ibidem, p. 53.
120 Ibidem, p. 316.
121 I. Elizalde, Unamuno y su novelística, San Sebastián, Caja de Ahorros Provincial de Guipúzcoa,
1983, p. 288.
122
Cfr. A. Rodríguez y K. M. Farren, «Sobre el lago y la montaña en “San Manuel Bueno,
mártir”», en CCMU, año 1996, n. 31, pp. 115-119, en particular p. 118.
123 “No, señor juez, no; yo no saco a nadie una verdad que le lleve acaso a la muerte. Allá entre él y
Dios... La justicia humana no me concierne”, SMBM, OCV, XVI, pp. 588-589; “Porque él lo
disculpaba todo y a todos disculpaba. No quería creer en la mala intención de nadie”, SMBM,
OCV, XVI, p. 590.
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