miguel de unamuno frente al modernismo religioso - Gredos ...

deseaban conciliar su liberalismo político con el sentir católico. Las obras de José
Álvarez Guerra, Miguel López Martínez, Roque Barcia, Fernando Garrido,
Emilio Castelar, Ordax Avecilla y Sixto Cámara, entre otros, son prueba de ello.
Cuenca Toribio, en su citado escrito, menciona los casos de los sacerdotes Romo
y Balmes, los clérigos jansenistas, la Unión Católica de Pidal y la Democracia
Cristiana como posturas más afines al catolicismo liberal europeo, pero concluye
que no pueden ser considerados tales en el sentido estricto de la expresión, y que
no se trató más que de minúsculos islotes en un oceano de intransigencias. De
hecho, si se exceptúan algunas voces leves y aisladas que se rebelaron contra la
autoridad de la Iglesia en la primera mitad del siglo XIX, ni el mundo intelectual
español puede definirserse católico liberal, estrictamente hablando, ni el clero
español puede considerarse permeable a las tendencias renovadoras, ya que, como
afirma Francisco Corral, “cierra filas en la defensa a ultranza de la intangibilidad
del dogma” 19 . Ciertamente, había un general malestar frente a la intolerancia de la
Iglesia, y el deseo de una religión libre del dogma y del Vaticano, es decir, que se
sustentara únicamente en la enseñanza de Cristo, pero difícilmente puede
afirmarse la imposición de un catolicismo liberal dispuesto a aceptar el progreso
de la ciencia en la península y capaz de sacudir los cimientos del clero nacional.
Naturalismo, positivismo, idealismo y catolicismo liberal – el de de Lamennais,
Montalembert, Rosmini, Gioberti y de los católicos belgas condenados por la
encíclica Quanta cura y las 80 proposiciones del Syllabus – no fueron tendencias
que España sentía como propiamente suyas, y por eso jamás se registró en la
península una defensa a ultranza y duradera de ellas. El gobierno francés de
Napoleón III, por ejemplo, reaccionó al Syllabus prohibiendo la publicación de
casi todo el documento y suspendiendo el periódico L'Univers; pero en “España,
como era de esperar, la cosa no llegó a tanto” 20 . No existía, dicho de otra forma,
un grupo compacto de católicos liberales como en Francia o
“en Italia, es decir, un grupo de pensadores que, salvando las diferencias personales, hubiesen
aceptado una filosofía «moderna» (léase racionalista) para incrustarla en el sistema de la filosofía
cristiana, no para destruirla, sino para adaptarla a los «tiempos modernos», y que en lo político
hubiesen aceptado la cooperación con el liberalismo” 21 .
19 F. Corral, cit., p. 198.
20 Cfr. J. López Morillas, El krausismo español. Perfil de una aventura intelectual, México, Fondo
de Cultura Económica, 1956, p. 145.
21 L. de Llera, «Las filosofías de salvación», cit., p. 9.
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