miguel de unamuno frente al modernismo religioso - Gredos ...

no es sino espejo de sí mismo 203 . En lo que más cree el poeta es en su Destino en
cuanto inmortal, lo que hace de él más que Dios y más que el Verbo:
“sólo el Destino es inmortal […] Mi Destino soy yo y nada ni nadie más que yo; por eso creo en Él
y no me opongo a nada suyo, a nada mío, que Él es más que los dioses de siempre, el dios otro,
rejidos, como yo por el Destino, repartidor de la sustancia con la esencia. En el principio fue el
Destino, padre de la Acción y abuelo o bisabulo o algo más allá, del Verbo” 204 .
Como sostiene Montetes-Mairal, Juan Ramón Jiménez se considera “la voz, la
luz y la fe, padre e hijo del universo” 205 ; es lo que se desprende en sus versos del
exilio americano:
“Tú me comprendes ahora
que te tengo comprendido.
Yo era, soy tu padre, mundo;
tú, mundo, eres padre mío.
Ahora somos los dos padres;
ahora somos los dos hijos.
Y tú no tienes que ser,
padre, como yo te digo;
y yo no tengo que ser
como tú me tienes dicho;
tú has de dejarme cantarte
como te dejo yo mismo,
que, cantándote yo a ti,
cantándome tú a mí, hijo,
gozo tan únicamente
de lo tuyo y de lo mío,
como cuando me despierto
de estar cantando dormido
con la fe de la luz dentro
del contigo y del conmigo,
203 Cfr. J. R. Jiménez, «En mi tercero mar», en Dios deseado y deseante, cit., v. 33, p. 346.
204 J. R. Jiménez, Espacio (Fragmento Tercero), 1954, incluido en En el otro costado, edición de
A. de Albornoz, Madrid, Júcar, 1974, p. 74.
205 Cfr. N. Montetes-Mairal, cit., p. 356.
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