miguel de unamuno frente al modernismo religioso - Gredos ...

de la obra humana y de la multiplicación del producto para que se obtenga su
máxima eficacia material. El hombre-masa, según profetiza Ortega y Gasset, sale
de su condición burguesa para difundirse en toda clase social divulgando su
hedonismo. Pero quien se entera del mal, quien comprende que su principal
carácter es el de suprimir los valores espirituales y religiosos por los
instrumentales, pragmáticos y funcionales, llega a la conclusión de que la
finalidad no puede ser la de ir adelante, sino la de pararse e invertir el rumbo, si no
en la historia por lo menos en sí mismo como artista, poeta o escritor. Bajo este
punto de vista, en España el movimiento denominado modernismo – como
también ocurrió con el simbolismo o el decadentismo – no se identifica con las
características propias de la modernidad. Por eso, el estudioso Giovanni Allegra,
que consagró tantos años de su vida al estudio del modernismo y de la
modernidad en general, y del modernismo español en particular, puede afirmar
que existe un tipo de artista, de literato, de pensador que no se integra en la
modernidad aunque viva en ella 44 .
Con lo cual, con el fin de comprender la real participación de los artistas en la
modernidad, resulta preciosa la división en dos esferas que presenta Călinescu, de
modo que la difusión del cientificismo burgués quede sojuzgado, en el ámbito
artístico, al triunfo de la inmanencia y a la constante negación de lo sagrado, de lo
inmudable, de todo principio apriorístico.
Ahora bien, para el interés general del presente estudio, cabe hacerse algunas
preguntas:
i) ¿La modernidad es religiosa?
Călinescu distingue cuatro etapas de la modernidad asociada a la religión. Una
primera medieval, durante la cual modernus se utilizaba en oposición a antiquus
en su estrecho significado etimológico, es decir, sin considerar si la antiquitas
provino antes o después de Cristo. Una segunda, que va del Renacimiento a la
Ilustración, se caracteriza por una separación gradual de la modernidad del
Cristianismo. En principio, la autoridad fue desafiada sólo fuera de la religión;
pero a finales del siglo XVIII el conflicto se hizo público. Con el Romanticismo y
el nuevo énfasis dado al sentimiento, tuvo lugar la identificación del genio
moderno con el genio cristiano, y se concibieron dos tipos de belleza autónomos,
44 Cfr. G. Allegra, Il Regno Interiore, Milano, Jaca Book, 1982, p. 36.
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