miguel de unamuno frente al modernismo religioso - Gredos ...

a la idea de paz que predican la Iglesia Romana y el jesuitismo, en cuanto
coincide con la antítesis de su agonía religiosa, es decir, con una sumisión pasiva:
“León Chestov (La noche de Getsemaní) dice muy bien: «Recordemos que las llaves terrenales del
reino de los cielos correspondieron a San Pedro y a sus sucesores justamente porque Pedro sabía
dormir y dormía mientras que Dios, descendido entre los hombres, se preparaba a morir en la
cruz». San Pedro sabía dormir o dormía sin saberlo. Y San Pedro fue el que renegó del Maestro
hasta que le despertó el gallo, que es el que despierta a los durmientes” 12 .
Luego, Buonaiuti destaca la distinción unamuniana entre la resurrección de la
carne judaica, en el sentido de paternidad física, y la fe en la inmortalidad del
alma a la manera platónica, en el sentido pneumático o espiritual 13 . El supuesto
cristianismo primitivo era apocalíptico ya que a la pregunta de Pilatos “Tu pueblo
y los sumos sacerdotes te han entregado a mí. ¿Qué es lo que has hecho?”, Jesús
contestó “Mi Reino no es de este mundo” 14 . Pero cuando pasó la angustia del fin
del mundo y el desengaño del comienzo del Reino de Dios sobre la tierra,
“previó cada uno su propio individual fin del mundo, el fin de su mundo, del mundo que era él,
pues en sí lo llevaba; previó su muerte carnal y su cristianismo, su religión; so pena de perecer
tuvo que hacerse una religión individual, una religio quae non religiat, una paradoja” 15 .
Jesús había muerto y renació Cristo; de ahí se desprendía la fe en la
resurrección de la carne, a la judaica, junto con la fe en la inmortalidad del alma, a
la helénica, es decir, un cristianismo según el conflicto de San Pablo, un judío
helenizado, entre esperanza física y esperanza espiritual:
“Porque la resurrección de la carne es algo fisiológico, algo completamente individual. Un
solitario, un monje, un ermitaño puede resucitar carnalmente y vivir, si eso es vivir, sólo con Dios.
La inmortalidad del alma es algo espiritual, algo social. El que se hace un alma, el que deja una
obra, vive en ella y con ella en los demás hombres, en la humanidad, tanto cuanto ésta viva. Es
vivir en la historia” 16 .
12 Ibidem, pp. 517-518.
13 Ibidem, pp. 476-479.
14 Juan, 18:35-36.
15 AC, OCV, XVI, p. 477.
16 Ibidem, p. 478.
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