miguel de unamuno frente al modernismo religioso - Gredos ...

parte, se coloca en el medio y, aun reconociendo un principio de fundamento en la
comedia del vasco, insiste en la involuntariedad de tal actitud: Unamuno no es
consciente de la ficción que grado a grado evoluciona en él, con lo cual, quedaría
exculpado de las acusaciones de insinceridad 385 . Referencias a la teatralidad de la
actitud de don Miguel se hallan en toda la producción crítica unamuniana y no es
difícil toparse con expresiones ambiguas o por lo menos alusivas que remiten a un
papel quijotesco 386 , a un drama religioso 387 , a un teatro de conciencia 388 o a la
“farsa de hablar de una fe que no tenía y de un Dios en quien no creía” 389 .
Por lo que sabemos, González Caminero fue el único que trató de verificar la
existencia de algún testigo o testimonio del retiro de don Miguel en el convento
salmantino de San Esteban durante aquellos tres días de marzo de 1897. En el
estudio titulado Unamuno y Ortega nos cuenta su experiencia:
“creí necesario preguntar a los más antiguos supervivientes del convento de San Esteban sobre el
supuesto retiro espiritual que después de la crisis hizo Unamuno en ese mismo convento
dominicano. Me dijeron los padres consultados que ciertamente por entonces frecuentaba mucho
su iglesia D. Miguel. No creían, sin embargo, que hiciera ese retiro, y menos que confesase y
comulgase. A la misma iglesia dejó pronto de ir porque, según me dijeron, algunos amigos le
escribieron en tono de burla” 390 .
Paolo Tanganelli, el crítico que ha estudiado el problema más recientemente,
parte de una afirmación de Sánchez Barbudo – según la cual Unamuno se
identifica con Cristo e identifica a Cristo con él en La agonía del cristianismo –
para observar que ya en Diario íntimo, donde la figura de Cristo está
obsesivamente presente, aparecería esa actitud teatral de imitatio. Para el
estudioso italiano, el problema de la sinceridad en el vasco no procede tanto de las
contradicciones evidentes en su obra, sino de la simultaneidad, a saber:
“Unamuno no era a ratos creyente y a ratos no; teatralmente, era lo uno y lo otro. Era espectador y
actor, y si como actor se esforzaba por creer, como espectador tenía que creer que creía, conforme
al pacto de ficción que supongo había instituido consigo mismo, pero no lo conseguía” 391 .
385 Cfr. J. L. Abellán, Miguel de Unamuno a la luz de la psicología. Una interpretación de
Unamuno desde la psicología individual, Madrid, Tecnos, 1964.
386 Cfr. F. Fernández Turienzo, cit., p. 104.
387 Cfr. H. Benítez, cit.
388 I. M. Zavala, Unamuno y su teatro de conciencia, Salamanca, Universidad de Salamanca, 1963.
389 V. Marrero, cit., p. 63.
390 N. González Caminero, Unamuno y Ortega, cit., p. 94.
391 P. Tanganelli, Unamuno fin de siglo. La escritura de la crisis, Pisa, ETS, 2003, p. 40.
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