miguel de unamuno frente al modernismo religioso - Gredos ...

con el rencor hacia los ambientes intelectuales y eclesiásticos nacionales por
haber descuidado uno de los mayores fermentos de rebeldía hacia la autoridad y
las instituciones de aquella época. Sólo por eso no puede sino manifestarse
simpatizante. Abellán en, otras palabras, toma en consideración sólo una cara de
su doble postura frente al movimiento y no conoce u omite aquellas críticas que
Unamuno no ahorró a la hora de desentrañar los contenidos. Aquí van sólo
algunos ejemplos:
“«Jesucristo ayer y hoy el mismo
y en los siglos» todos;
no así el cristianismo...
¡hay modas y modos!
¡vaya modernismo!” 7 ;
“Nunca el problema religioso me ha inquietado y preocupado más que ahora. Lo del modernismo
me parece un incidente, pero no más. En el fondo es un movimiento entre político y racionalista;
de religioso tiene poco. Da pena ver el escaso contenido cristiano de un Loisy o un Tyrrell” 8 .
Y, en efecto, el modernismo reduce todo a pura especulación científica,
histórica y crítica por boca de sus mayores representante. El problema de la
inmortalidad del alma, el que interesa de verdad a don Miguel, se convierte en
mera anécdota en Tyrrell o Loisy, lo que empuja al pensador vasco a abarcar el
problema religioso desde la doble perspectiva del liberalismo protestante y la
católica preocupación escatológica. El problema vital es lo que más le atormenta,
y el fin de su elucubraciones no es lo moderno del modernismo (religioso o
estético),
“Y volviendo al modernismo, ¿qué son esas ridículas pretensiones de los que presumen de jóve-
nes, pretensiones a la modernidad y a la actualidad?” 9 ,
sino que es el eternismo,
7 Cancionero, 810, 1929, OCV, XV, vv. 1-5, p. 422.
8 «Carta a Zulueta», 17 de diciembre de 1907, en Cartas (1903-1933), cit. p. 216.
9 «Modernismo y actualidad», 1924, OCV, XI, p. 828.
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