miguel de unamuno frente al modernismo religioso - Gredos ...

se parece más a toda esa conjugación de elementos filosóficos que a la necesidad
vital exquisitamente subconsciente condenada por la Pascendi:
“La religión, sea natural, sea sobrenatural, como otro hecho cualquiera, tiene que tener una
explicación. Pero borrada la teología natural, cerrado el paso a la revelación por haber rechazado
los argumentos de credibilidad, más aun, suprimida de todo punto cualquier revelación externa, en
vano se busca fuera del hombre la explicación. Hay que buscarla, pues, dentro del hombre mismo,
y como la religión es cierta forma de vida, se ha de encontrar necesariamente en la vida misma del
hombre. De ahí la afirmación del principio de la inmanencia religiosa. Ahora pues, el primer,
como si dijéramos, movimiento de cualquier fenómeno vital, cual ya hemos dicho que es la
religión, hay que derivarlo de alguna indigencia o impulso; y los orígenes, si hemos de hablar más
ceñidamente de la vida, hay que ponerlos en cierto movimiento del corazón que se llama
sentimiento. Por lo cual, como quiera que el objeto de la religión es Dios, hay que concluir
absolutamente que la fe, principio y fundamento de toda religión, debe colocarse en cierto
sentimiento íntimo que nace de la indigencia de lo divino. Ahora bien, esta indigencia a lo divino,
al no sentirse más que en determinados y aptos complejos, no puede de suyo pertenecer al ámbito
de la conciencia, y está primeramente oculta por bajo de la conciencia o, como dicen con palabra
tomada a la moderna filosofía, en la subconciencia...” 221 .
En este sentido, si tomamos como punto de referencia el concepto de
subconsciencia y el de Revelación interna, podrían multiplicarse los ejemplos de
semejanza intelectual y religiosa. José Alberich, por ejemplo, señala en la fe de
don Miguel y de los románticos ingleses un parecido sentimental. El nuevo
humanismo determinó una fe inconmensurable en las posibilidades del hombre y
en la fuerza de su propio ser. La religión romántica es en la Inglaterra victoriana y
previctoriana una creencia centrada en el yo y Dios es una prolongación del
espíritu humano. De ahí un portentoso esfuerzo de autodivinización y la pérdida
de fe en la Revelación externa que viene suplantada por una Revelación interna,
concreta en cada individuo, más subjetiva en otros términos. A partir de Thomas
Gray, muchos fueron los románticos ingleses que despertaron el interés religioso
de Unamuno; atrajeron su atención también William Cowper, Burns, Blake, los
lakistas y, por supuesto, los tres grandes de la época: Byron, Shelley y Keats 222 .
El largo pasaje de la condena eclesiástica que acabamos de transcribir parece
referirse al intuicionismo de Bredmond y Bergson, al fideísmo de Loisy y
Buonaiuti, al liberalismo rosminiano de Fogazzaro, a la filosofía del profesor
221 DH:3477.
222 Cfr. J. Alberich, cit., pp. 2-5.
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