miguel de unamuno frente al modernismo religioso - Gredos ...

epublicanos sean borrachos, pero sí digo que todos los borrachos que conozco
son republicanos. Pues bien, yo no digo que todos los brutos mentales sean
dogmáticos, pero sí digo que todos los dogmáticos que conozco son brutos
mentales. Y no llamo dogmáticos a los que por pereza mental o por no querer
darse quebraderos de cabeza viven atenidos a estos o aquellos dogmas. Llamo
dogmáticos a los que con toda alma creen y sostienen que hay un número de
opiniones – suyas, por supuesto – que sólo pueden negar los locos o las gentes de
mala fe, siendo opiniones que hay muchas personas que las niegan.
Si el ir contra la opinión comúnmente aceptada – aceptada por inconsciencia,
de ordinario – puede y suele ser un acto de soberbia cuando se va contra ella no
más que por afán de singularizarse – lo cual sucede muchísimas menos veces de
lo que los brutos creen –, en cambio el aferrarse a la opinión común, ortodoxa (en
el sentido más técnico del vocablo, el empleado al hablar de economía política
ortodoxa, v. gr.), puede y suele ser un acto de soberbia, y de soberbia gratuita y
apriorística. La soberbia gratuita necesita para sostenerse y afirmarse el sostén de
la opinión tradicional común. Cuando un hombre os diga: «Dios, por mi boca,
dice esto», traducidlo al punto así: «yo, por boca de Dios, os digo esto». La
brutalidad mental tiene esta frase a cada paso: «¡Eso es absurdo!».
Observad, en cambio, una cosa que nos enseña la historia y nos enseña, sobre
todo, nuestra propia experiencia de la vida, cual es la de que un amable y dulce
escepticismo mental se aúna a una austera y rígida conciencia moral, que de entre
los escombros amontonados por la razón teórica suele alzarse robusta y firme la
columna erigida por la razón práctica. Esto no lo comprenden los brutos mentales,
cuyas inteligencias viven en el período prekantiano, que suelen ser intelectualistas
en el sentido de que creen que la conducta y los sentimientos morales de
individuos y de pueblos dependen de nociones teóricas filosóficas, de principios
metafísicos. Cuando hablan de la fe entienden la adhesión de la razón a un
principio de doctrina y se escandalizan de la proposición luterana de que sólo la fe
salva, porque no han penetrado en cuál es el íntimo sentido luterano de la fe. Y
digo sentido luterano de la fe, y no el sentido que a la fe daba Lutero, pues los
brutos mentales creen que esto se resuelve con citas de Lutero, que no hizo sino
iniciar el luteranismo. La frase de «más papista que el Papa» tiene perfecto valor
cuando se aplica a doctrinas libres y evolutivas, y cabe decir que hay hoy
darwinistas más darwinistas que Darwin y luteranos más luteranos que Lutero. No
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