miguel de unamuno frente al modernismo religioso - Gredos ...

una visual ortodoxa como la de Marrero que quisiera reducir toda la especulación
religiosa de Unamuno a un absoluto descreimiento de Dios, desembocando en un
mero agnosticismo o herejía, y quitar autoridad a su poema de más éxito
rebajándolo a una exposición de secularismo; pero cabe reconocer – in medio stat
veritas – que algunos signos de humanismo, aunque en forma más leve respecto
de su producción cristológica antecedente, aparecen también en la obra cumbre de
su producción poética.
En todo caso, como a menudo ocurre con el pensamiento unamuniano, la
cuestión no es tan clara a causa de sus continuos cambios. No obstante, tenemos al
alcance un elemento que no se puede confutar. Con respecto a la cristología, la
Pascendi en 1907 condena la siguiente posición modernista:
“Dios, lo mismo que cualquier intervención divina en lo humano, deben relegarse a la fe, como
cosa qu pertenece a ella sola. Portanto, si se presenta algo que consta de dos elementos, divino y
humano, como son Cristo y la Iglesia, los sacramentos y muchas otras cosas a este tenor, hay que
partirlo y distribuirlo de manera que lo humano se dé a la historia y lo divino a la fe. De ahí la
distinción corrente entre los modernistas del Cristo histórico y el Cristo de la fe, la Iglesia de la
historia y la Iglesia de la fe, los sacramentos de la historia y los sacramentos de la fe, y otras cosas
semejantes a cada paso” 381 .
Por lo cual, es lícito creer que el presente pasaje de la condena no se refiere a la
cristología poética de Unamuno, a su producción anterior a 1907, es decir a su «El
Cristo de Cabrera», sino a los planteamientos teológicos de los modernistas y de
los protestantes liberales en mérito a la polémica sobre el cristo histórico y el
cristo metafísico. En especial, parece evidente la alusión a Loisy según lo
expuesto hasta ahora.
En conclusión, la cristología unamuniana, esencialmente lírica, no ha sido
siempre coherente y, a lo largo de los años, corrige progresivamente esa imagen
de Cristo baja y terrena que asoma desde el fin de siglo en «El Cristo de Cabrera»
para llegar a un Cristo más místico, más agónico, más maduro y hasta más
religioso que es su El Cristo de Velázquez. Difícil sería, creemos, achacar con
seguridad a su cristología un tono modernista, al cual alude, por ejemplo, Cózar
Castañar remitiendo toda su producción cristológica a la condena del
Lamentabili 382 . Lo sería porque Unamuno presenta durante veinte años distintas
381 DH:3495.
382 Cfr. J. Cózar Castañar, cit., pp. 121-130.
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