miguel de unamuno frente al modernismo religioso - Gredos ...

perder de vista el punto de partida de su enfoque inicial, como un texto integrado
por asociaciones de pensamiento y libre divagación sin una aparente lógica que
les una, más que por reflexiones coherentes, sólidas y críticamente metódicas.
Paradigmáticas, en este sentido, son las distintas reacciones, como evidencia
Pedro Cerezo Galán, que tuvieron ante el texto Paul Luis Couchoud y Jacques
Maritain. Éste lo encuentra apasionado y brillante, aquél desconcertante; sin duda,
sus opuestos juicios son índice de “la profunda ambigüedad del ensayo” 5 .
Ciertamente, semejantes extremos de la obra en cuestión no se le podían
escapar a un crítico como José Luis Aranguren:
“Aparte otros ensayos menores, suelen considerarse fundamentales Del sentimiento trágico de la
vida y La agonía del cristianismo. Sin embargo, esta segunda obra me parece, en realidad, poco
importante. Escrita en París, en época en que empezaba a ponerse de moda Kierkegaard y se había
revelado el ruso Chestov, a la víspera de la eclosión hideggeriana, todo parece indicar que fuera
escrita por razones circunstanciales y a la vista de excelentes perspectivas editoriales” 6 .
Ni podían escapársele al sacerdote modernista italiano, el cual, en su artículo
«L'agonia del cristianesimo» publicado en Il Mondo el 4 de noviembre de 1925,
no ahorra las críticas a la obra unamuniana, a la que tacha de “ambigua”,
“paradossale” e “inconseguente” 7 .
El artículo de Buonaiuti es una reseña de la obra unamuniana, una de las
primeras que se escribieron. Con lúcida sinteticidad destaca los puntos más
significativos del texto unamuniano. El autor español recupera la etimología del
término agonía, “αγωυία, quiere decir lucha” 8 , y la de dudar, que indica una fe
viva o agónica, “Dubitare contiene la misma raíz, la del numeral duo, dos, que
duellum, lucha” 9 . La agonía es duda y la duda es agonía, ambas son lucha y el
cristianismo es lucha agónica ya que “el Cristo vino a traernos agonía, lucha y no
paz” 10 . Pero, el carácter de esta duda no ha de ser metódico, como la cartesiana,
sino polémico, como la pascaliana 11 . De ahí que Unamuno no pueda conformarse
5 A este respecto véase P. Cerezo Galán, Las máscaras de lo trágico, Madrid, Trotta, 1996, pp.
656-658, cit. p. 657.
6 J. L. López Aranguren, «Sobre el talante religioso de Miguel de Unamuno», en Arbor, n. 33-34,
XI, Madrid, 1948, pp. 485-503, p. 489.
7 «L'agonia del cristianesimo», infra, p. 460 y p. 462.
8 AC, OCV, XVI, p. 463.
9 Ibidem, p. 468.
10 Ibidem, p. 467.
11 Ibidem, pp. 468-469.
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