miguel de unamuno frente al modernismo religioso - Gredos ...

inmortalidad del alma. El hombre, a su parecer, siempre se opone al
aniquilamiento, que procede directamente del positivismo científico, al aducir la
razón del corazón. El cristianismo de los orígenes confiaba en la resurrección del
hombre integral, alma y cuerpo, pero “el catolicismo ha querido racionalizar esa
fe haciendo de la religión teología, queriendo dar por base a la creencia vital una
filosofía y una filosofía del siglo XIII” 270 . Sin lugar a dudas, los dogmas impuestos
por mentes racionales no hacen otra cosa que menguar aquella fe en la
inmortalidad que el vasco nunca dejó de anhelar y, con la intención de demostrar
su fragilidad, recorre la historia desde las primeras comunidades cristianas a partir
de Pablo de Tarso, llegando a la conclusión de que el cristianismo desembocó en
la escolástica la cual no hizo nada más que “apoyar hasta donde fue posible
racionalmente los dogmas” 271 , con el consiguiente “triunfo del racionalismo
teológico tomista” 272 . La solución católica al problema de la salvación eterna del
alma individual, en resumidas cuentas, no satisfacía a la razón, y por eso surgió la
teología dogmática, indispensable para una pragmática exigencia vital:
“La teología parte del dogma, y dogma, δόγµα, en su sentido primitivo y más directo, significa
decreto, algo como el latín placitum, lo que ha parecido que debe ser ley a la autoridad legislativa.
De este concepto jurídico parte la teología. Para el teólogo, como para el abogado, el dogma, la ley
es algo dado, un punto de partida que no se discute sino en cuanto a su aplicación y a su más recto
sentido. Y de aquí que el espíritu teológico o abogadesco sea en su principio dogmático, mientras
el espíritu estrictamente científico, puramente racional, es escéptico, σκεπτικός esto es,
investigativo” 273 .
Sin duda, por lo que concierne a la naturaleza del dogma, como sostiene
Orringer y confirma Savignano, la concepción de Unamuno es deudora de la de
Robertson, que opone el dogma a la ciencia; y de la de Sabatier, el cual, partiendo
de la etimología del término, sostiene que la escolástica, en el intento de
racionalizarlo, ha destruido su esencia irracional 274 .
Por otro lado, su concepción del evolucionismo religioso, que reconoce en el
protestantismo liberal la escuela más vivaz desde una perspectiva renovadora del
270 Ibidem, p. 184.
271 Ibidem, p. 202.
272 Ibidem, p. 203.
273 Ibidem, p. 219.
274 Cfr. N. R. Orringer, Unamuno y los protestantes liberales, cit., pp. 90-91; cfr. A. Savignano,
Unamuno, Ortega, Zubiri, Napoli, Guida, 1989, p. 67, y «Unamuno y la nostalgia de lo eterno. El
diálogo con A. Sabatier», en Tu mano es mi destino, cit., p. 449.
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