miguel de unamuno frente al modernismo religioso - Gredos ...

Absoluto, a través de la ética. La ética krausista invita el ser humano a
desenvolver su potencial moral para aspirar a una plenitud vital que resulta del
conocimiento racional de Dios. La ley krausista del bien por el bien como
precepto de Dios, restablecida en el krausismo español por Sanz del Río 117 , es un
motivo de evidente contacto con la moral kantiana y, a este respecto, son
inequivocas las palabras de Unamuno en su Diario íntimo:
“La moral filosófica, puramente racional, no puede dar más que en epicureismo o estoicismo,
utilitarismo o kantismo. O se basa en el placer mismo de hacer el bien, en el deleite íntimo que en
ello se halla, o en una doctrina intelectual y abstracta, en un concepto seco y austero del deber.
Las dos son moralidades sin apoyo. Conduce la una al esteticismo y la otra a la sequedad” 118 .
Sin duda, Unamuno no permaneció indiferente frente al movimiento. Su vago
sentimiento religioso y el liberalismo de la I.L.E. atrajeron su simpatía. No
obstante, puedemos afirmar, asumiendo el riesgo de repetirnos, que el influjo del
krausismo sobre el vasco no fue tan determinante como el pensamiento de otros
intelectuales extranjeros, entre los cuales considera, según confiesa en la citada
carta a Federico Urales, a los filósofos Hegel, Spencer, Schopenhauer y, por su
estilo, Carlyle, a los poetas Leopardi, Wordsworth, Coleridge y Burns, a los
sociólogos Wundt, James, Bain, Ribot, a los anarquistas Ibsen, Kierkegaard y
Tolstoj, a los protestantes liberales alemanes Baur, Harnack, Ritschl y a la escuela
francesa de Renan, Réville, los dos Sabatier, Stapfer y Menegoz, según la
orientación que dictó Schleiermacher en su día. Así que Gullón, aunque motivado
por una intención diferente de la de demostrar el escaso influjo krausista en su
pensamiento, admite que Unamuno, si bien conservó el arraigo a su propia tierra,
“estaba más cerca de Ibsen y Tolstoi que de Costa” 119 . Cuando Unamuno publica
Amor y pedagogía ya es evidente que su ideario no encaja con el de sus amigos
regeneracionistas o de la I.L.E. El ataque que el autor realiza en su novela de 1902
se dirige a un cientificismo mal empleado y si estamos dispuestos a reconocer que
la parodia de la novela afecta también al krausismo y a los krausistas, entonces no
117 Cfr. J. Sanz del Río, «Discurso pronunciado en la Universidad Central en la solemne
inauguración del año académico de 1857 a 1858», Madrid, Edición de la Facultad de Filosofía de
la Universidad Complutense, 1996, p. 25.
118 Diario íntimo, cit., p. 123.
119 R. Gullón, «La invención del 98», cit., p. 8.
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