TESIS DOCTORAL - Instituto de Migraciones

Sólo estuve quince días con mi madre. Luego, me enteré de que mi novio
había llamado a mi madre y de que le había hablado muy mal de mí, que si
yo era una loca, una descontrolada de la cabeza, etc. Entonces, una noche
cogí y le dije a mi madre hasta luego. Regresé dos días después. Volvimos
a pelear. Mi madre comenzó a insultarme. Me llamó prostituta. Le metí una
hostia a la ventana, que todavía tengo la marca. No aguantaba más. Le pedí
también el dinero que le había enviado, y ella se lo había gastado todo. Uff,
sólo de recordar ese día… Sólo de pensarlo entro en depresión. Ni dinero ni
cojones ni nada. Invertí la mayor parte de mi dinero en mi familia. No me
arrepiento. Pero, ahora no me macarrea nadie más, ni familia ni nada. A
partir de ese día mi madre y yo nos distanciamos, y cada una cogió su
camino.
Al final me ayudó quien menos me esperaba: mi padre. De Sâo Paulo viajé
a Curitiba, que era donde vivía mi padre. Yo estaba destrozada, para mí la
vida ya no tenía sentido. Fui a casa de mi padre. Y mi madrastra, que yo no
me lo esperaba ni remotamente, me trató de maravilla. Lloré tres meses
seguidos. Recorrí todos los centros espirituales para ver si me curaba. Y
poco a poco me fui recuperando.
Mi novio Paco seguía llamándome de vez en cuando. Mi padre estaba muy
enfermo. Entonces, me di cuenta de muchas cosas. Mi padre ya me decía
cuando yo era una niña que cuando creciese me daría cuenta de muchas
cosas. Estuve viviendo en casa de mi padre durante cinco meses. Me sirvió
para desconectar. Yo llamaba a Paco y no me cogía el teléfono. Ahí ya
perdí todo el contacto. Y perdí a mis gatos, mi ropa, mis CD´s, mis fotos.
Perdí todo.
Un día fui a una bruja en Curitiba, para que me hiciese una magia a ver si
Paco me cogía el teléfono. Tuve que ir a una cachoeira en medio de la selva
para poner velas. Me gasté una pasta con aquella bruja… Era una
estafadora. Siempre me ponía excusas. Que si en Azores había otra persona
que le estaba haciendo magia a él…, y yo me lo creía todo, hostia, y cómo.
Tenía que comprar velas, que comprar pólvora, que comprar la puta que la
parió. Me encontraba muy débil psicológicamente y ella se aprovechó de
mí. Pero, al final peleé con esa bruja y le dije que me estaba engañando.
Desistí.
No podía quedarme en Brasil. Sabía que no iba a conseguir trabajo y pensé:
tengo que volver a putear. Y volví a putear. Desde Curitiba llamé al
“Atenea” para pedir una plaza. Y en agosto de 2004 regresé de nuevo a
España. Sin rumbo. Todo me daba igual. Con mi padre a punto de morir,
sin madre, sin casa, sin novio, sin gatos, y volviendo a la prostitución.
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