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TESIS DOCTORAL - Instituto de Migraciones

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En la discoteca don<strong>de</strong> trabajaba había travestis que bailaban y hacían<br />

espectáculo. Una me preguntó un día: - ¿Ya se ha vestido <strong>de</strong> mujer? Le dije<br />

que no. Y otro día una amiga travesti fue la que me vistió por primera vez<br />

<strong>de</strong> mujer. Me gustó mucho porque los hombres me miraban más. Yo era<br />

entonces como un transformista. Los transformistas no son como los<br />

travestis. Sólo se visten con ropa <strong>de</strong> mujer y se colocan espuma en el pecho<br />

con el sujetador para simular tetas. Pero, no se operan ni se hormonan. Los<br />

travestis, en cambio, ya tienen un cuerpo <strong>de</strong> mujer.<br />

A los pocos días comencé a tomar hormonas para tener tetas y un cuerpo <strong>de</strong><br />

mujer. Las compré en la farmacia. Otras travestis me aconsejaron. Con las<br />

hormonas se transforma uno: la piel, las tetas, el culo, el contorno <strong>de</strong> todo<br />

el cuerpo.<br />

Un día mis tíos me llamaron por teléfono para preguntarme si quería ir a la<br />

playa. Les dije que sí. Fuimos. Cuando estábamos en la playa me quité la<br />

camiseta. Yo ya estaba con tetas. Y toda mi familia se me quedó mirando<br />

pasmada. Mi tía me preguntaba: - ¿Y eso…? Yo, nada, no es nada. Y todos<br />

nos quedamos callados.<br />

Pasaron los días. Mi abuela me llamó y me dijo que tenía que ir a ver a mi<br />

madre, que estaba muy enferma. Cogí, me marché <strong>de</strong> Sâo Paulo y fui para<br />

Minas. Mis tíos le contaron a mi abuela lo que había pasado en la playa. Y<br />

cuando me preguntó si yo estaba tomando algo, lo negué todo, por<br />

supuesto…<br />

Fui a Minas y llevé unas fotos en las que yo estaba vestida <strong>de</strong> mujer. Mi<br />

familia se enteró, claro. Qué vergüenza, dijeron. Y les prometí que no<br />

volvería a hacerlo…<br />

Al cabo <strong>de</strong> veinte días volví a Sâo Paulo. Estuve unos quince días sin<br />

vestirme <strong>de</strong> mujer, porque se lo había prometido a mi familia. Como<br />

cuando caminaba por la calle los hombres no me miraban, sentí pronto las<br />

ganas <strong>de</strong> vestirme <strong>de</strong> nuevo <strong>de</strong> mujer. Entonces, yo ya vivía con una amiga<br />

travesti y ella tenía un perro. Yo paseaba el perro por la calle.<br />

Empecé a vestirme <strong>de</strong> mujer <strong>de</strong> nuevo, a vestirme <strong>de</strong> mujer, a tomar<br />

hormonas, muchas hormonas… Me <strong>de</strong>jé crecer el cabello y también me<br />

puse extensiones. Yo aún no había cumplido los veinte años. Dejé toda la<br />

ropa <strong>de</strong> hombre y la cambié toda por ropa <strong>de</strong> mujer. Como mi abuela ya<br />

estaba <strong>de</strong>sconfiada, un día me llamó y me dijo que quería verme.<br />

Quedamos en la Avenida Paulista. Yo ya iba vestida <strong>de</strong> mujer. Y mi abuela<br />

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