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TESIS DOCTORAL - Instituto de Migraciones

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Y <strong>de</strong> entrada me llevaron a “El Malecón”. Me dieron una ropa y me<br />

dijeron: - A ver cómo le va. Llegué al club como a las cuatro <strong>de</strong> la tar<strong>de</strong>.<br />

Me dije: Dios mío, ahora sí que llegué a la perdición. Aquel sitio era un<br />

relajo total. Se veía que eran viejas <strong>de</strong>l montón. Todas colombianas. Me<br />

dijeron: - ¡Uy, llegó carne fresca!<br />

Vino doña Leonor, que es la jefa. Me enseñó mi cuarto, que tenía que<br />

compartir con otras dos chicas. Me dijo: - Anda, te cambias y bajas. Yo le<br />

dije: - Uy, pero es que yo no tengo aquí ropa para trabajar. Pero, me dijo<br />

que no había problema, que allí venían unos marroquíes a ven<strong>de</strong>r<br />

mercancía los sábados y que vendían vestidos a crédito.<br />

Ese día cogí y me bajé con un blue jean. Doña Leonor me dijo: - Vaya,<br />

vaya, flirtee con ese viejito. Yo le dije que no, que a mí los viejitos no me<br />

gustaban, que yo sólo hacía plaza con los <strong>de</strong> treinta y cuarenta. Pero, a la<br />

final me tuve que ir con el viejito.<br />

Yo en aquel tiempo era muy <strong>de</strong>lgadita. Era una talla ocho. Y allí en “El<br />

Malecón” les gustaban mucho las flacas a los clientes. Cuando pregunté<br />

que dón<strong>de</strong> quedaban los baños, doña Leonor me contestó: - Aquí sólo hay<br />

un baño para todas, así que tienes que hacer cola, y si tienes mucho afán,<br />

pue<strong>de</strong>s ir al lava<strong>de</strong>ro. Yo pensaba: Uy, esto sí que es lo último en España.<br />

Las viejas se lavaban con un coquito en el lava<strong>de</strong>ro y con aquella agua<br />

helada… Había que pelear por el turno. No hay sino un baño allá.<br />

Y entonces comencé allí a ver cosas raras. Los clientes se hacían a las<br />

peladas afuera en los coches. Pagaban más barato. A mí eso me daba asco.<br />

Doña Leonor lo permitía, <strong>de</strong>cía que “todo por la plata”.<br />

Al cabo <strong>de</strong> los días me fui dando cuenta <strong>de</strong> cómo funcionaba aquello. Los<br />

hombres se quedaban en la barra mamando gallo como hasta las dos <strong>de</strong> la<br />

madrugada. Y al cierre se subían a las chicas para así estar más tiempo.<br />

Estuve ocho meses en “El Malecón”. Cuando una lleva unos días en ese<br />

sitio ya va viendo cómo es el movimiento. Allí había como mucho<br />

cachon<strong>de</strong>o, mucha recocha.<br />

Doña Leonor tenía un cuarto privado. Se acostaba siempre antes, como a<br />

las dos y media. Y luego <strong>de</strong>jaba allí al administrador. Y éste les daba <strong>de</strong><br />

beber a las chicas, y ya les daba la chilla<strong>de</strong>ra a algunas.<br />

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