TESIS DOCTORAL - Instituto de Migraciones

En el piso de Armando Durán me sentí muy humillada con Romelina, la
hermana de Tania. Psicológicamente, me hacía sentir muy mal, por cosas
que me decía y eso. Estando en ese piso se puso mal el trabajo y fue cuando
comencé a trabajar en el “London”.
Para contactar con el piso de Romelina lo hice a través del periódico por un
anuncio: “Sitio de relax… se necesitan chicas… nº teléfono: ……..” En el
club, en Becerreá, como yo les decía a las chicas que no me gustaba
flirtear, que no me veía capaz, ellas me dijeron que porqué no probaba en
un piso. Y así fue como hice.
Cuando yo llegué al piso sólo llevaba un mes funcionando. Al cabo de un
tiempo el trabajo empezó a bajar y yo empecé a preocuparme porque le
debía el pasaje a mi sobrina y porque tenía mucho que ahorrar.
Así comencé a trabajar en el “London”. Estuve trabajando allí nueve
meses. Y durante ese tiempo estuve también trabajando en el piso de Nelly,
cerca de los Juzgados. El mismo amigo que me recomendó ir al “London”
me llevó al piso. Nelly, la jefa del piso en Cedrón del Valle, es una persona
muy buena. Ella también es colombiana y trata muy bien a la gente. Ella se
saca el pan de la boca para dárselo a uno. Es muy buena chica.
Yo vivía en el piso. Y a las ocho de la noche me recogía un taxi para ir al
club. El taxi ya lo pagaba el club. Cuando llegaba ya comenzaba a trabajar
y así hasta las cuatro y media de la madrugada. Entonces, regresaba al piso
en el taxi.
En el “London” había buen compañerismo. Éramos unas dieciocho chicas
al principio. Luego, quedamos diez y así. Como compañeras compartíamos
muchas cosas, a veces también las tristezas y las experiencias en el trabajo,
de lo mal que se siente uno a veces en el club. Éramos colombianas,
ecuatorianas, brasileras, dominicanas y nigerianas. También conocí allí a
una rusa y a una gallega.
Las nigerianas son unas chicas muy calladas, quizás las más aisladas de
todas. La rusa sólo estuvo durante ocho días. Yo no sé porqué. En ese club
pasan muchas chicas y muchas se van porque se aburren. Como el
“London” no es un sitio de alegría y eso…, al dueño no le gusta que las
chicas estén hablando juntas, sino que sólo quiere que trabajen y que no
formen corrillos. Y tampoco le gusta que bailen. Arcadio se enfada, le baja
el volumen de la música y hasta te manda sacar el chicle de la boca. Yo me
sentía como una niña regañada con ese cuento del chicle. Él dice que luego
aparecen por ahí pegados.
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