TESIS DOCTORAL - Instituto de Migraciones

en el Estado de Goiás. Trabajé con ella durante un año. En aquella época
moría mucha gente a causa del dengue. La madre de Julio se portaba muy
bien conmigo. Pero, yo sentía que no me estaba ayudando de corazón, sino
que lo hacía por interés, para intentar saber cosas, como si yo le pudiese dar
más información sobre lo que había ocurrido con Julio.
La vuelta con Roberto
Regresé a casa. Cuidaba de mi hermana pequeña y también le ayudaba a mi
madre. Después, mi jefe de la panificadora me llamó para preguntarme si
quería volver a trabajar en la empresa, porque ellos habían inaugurado otra
tienda en otro lado de la ciudad. Acepté y empecé de nuevo a trabajar en la
panificadora. Eso era en marzo de 2002.
Y volví con Roberto nuevamente. Estuvimos saliendo como un mes y ya
nos fuimos a vivir juntos. Alquilamos un barracón en un pueblo de las
afueras de Brasilia. Compramos nuestras cosas, para no seguir dependiendo
de nuestras familias. Roberto había cambiado mucho. Ya no tomaba
drogas, sólo bebía cerveza. Y yo estaba trabajando.
Todo fue de maravilla durante unos meses. Pero, a partir de octubre las
cosas cambiaron otra vez. Yo discutí con su hermano, él me insultó y
entonces mi hermano se peleó con él. Me puse muy nerviosa, cogí el
autobús y me fui hasta la casa de mi suegra, y allí monté un escándalo.
Vino hasta la policía.
Luego, llegó Roberto. Yo le dije que su familia se estaba entrometiendo
siempre en nuestra vida de una forma o de otra. Y que no quería seguir con
él. Pagué un camión y recogí todas mis cosas de la casa. Me fui para la casa
de una amiga. No quería que me encontrase Roberto. Por eso le pedí a mi
primo, que me había ayudado a hacer la mudanza, que no le dijese a nadie
donde estaba, ni siquiera a mi madre, durante unos días.
Decidí marcharme de Brasilia. Y me fui para Goiânia. Mi madre me dijo
que estaba loca, pero en cierto modo ella también se quedaba tranquila
porque no tenía que aguantar más mis problemas.
Me fui para casa de mi tía. Ella me estaba esperando en la estación de
autobuses a las nueve de la noche. Yo ya llevaba una carta de
recomendación que me había dado mi jefe de la panificadora para un
restaurante. Y comencé a trabajar allí. Duré unos seis meses. Entraba a las
dos de la tarde y salía a las once y media de la noche, cuando cerraba.
291