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TESIS DOCTORAL - Instituto de Migraciones

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Yendo al club<br />

Siempre he trabajado en pisos, y esto hace que me resulte difícil trabajar en<br />

un club. Porque, la verdad, cambia bastante la forma <strong>de</strong> trabajar. Sólo he<br />

ido a dos clubes para trabajar. En el 2002, cuando había bajado bastante el<br />

trabajo en el piso, <strong>de</strong>cidí experimentar yendo al club “Las Vegas”. Fui con<br />

Karen. Y cualquiera <strong>de</strong> las dos no somos mujeres <strong>de</strong> club. Aunque, Karen<br />

ya ha estado en clubes. En el club tienes que flirtear y <strong>de</strong>jarte manosear por<br />

los clientes y todo eso. A ninguna <strong>de</strong> nosotras nos gustó. Recuerdo que, el<br />

primer día que fui tenía muchísimo miedo. Cuando nos subimos a la buseta<br />

y estábamos allí <strong>de</strong>ntro, junto a todas aquellas mujeres, me sentí mal. La<br />

mayoría eran muy relajadas, como la Pamela, que tiene una hija <strong>de</strong><br />

dieciséis años y ya la lleva por estos ambientes. Karen y yo nos sentíamos<br />

un poco como conejillos <strong>de</strong> indias. Lorena ya estaba trabajando en el club<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> hacía meses. Pero, nosotras fuimos por Miguel. Él tenía mucho peso<br />

sobre Rocío, la dueña, porque fue él quien le ayudó a montar el club.<br />

Nada más llegar, el primer día, Rocío me dijo: - Aquí hay putas baratas y<br />

putas caras. Yo le contesté: - No tengo la culpa <strong>de</strong> ser <strong>de</strong> las segundas,<br />

porque <strong>de</strong> las primeras es seguro que no soy. Ella contrataba una buseta<br />

para recoger a las chicas por la tar<strong>de</strong>, como hacen en casi todos los clubes,<br />

aunque muchos envían taxis. Recuerdo que al bajarme me temblaban un<br />

poco las piernas. Nos recibió Rocío y enseguida nos enseñó nuestra<br />

habitación. Nos explicó los precios <strong>de</strong> los pases. Media hora treinta y dos<br />

euros. Si el cliente paga más el resto es para la chica. Rocío se quedaba con<br />

ocho euros por cada pase. Y llevaba el control <strong>de</strong> todos los pases en un<br />

cua<strong>de</strong>rno. También nos dijo que si un cliente te invitaba a un benjamín que<br />

podías quedarte con todo. Pero, la verdad es que apenas estuve unos días<br />

trabajando allí. Y me volví para el piso enseguida.<br />

Después, ya este año, me fui para el club “El Rayo <strong>de</strong> Luna” a trabajar unas<br />

semanas. Me fui con Marta, porque el trabajo estaba muy mal y no nos<br />

hacíamos nada en el piso. Allí conocí a muchas brasileras, a Fernanda, que<br />

es la cocinera, a Isabella y a Bruna, su sobrina, a Miki, la rumana, y al<br />

Palito <strong>de</strong> Escoba, que es la otra rumana que está tan <strong>de</strong>lgada y que no habla<br />

nada. Los primeros días trabajé muy bien. Pero, luego ya fue bajando y<br />

también me volví para el piso. A<strong>de</strong>más, el trasnochar a mí me agota. Es por<br />

eso que también prefiero trabajar en el piso.<br />

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