TESIS DOCTORAL - Instituto de Migraciones

calle, él me decía: - Mira ese, cómo te mira, parece que te conociera del
club. Y eso a mí no me gustaba. Los celos nunca han sido buenos. Hay
mujeres a las que les gusta que los hombres sean celosos, pero a mí no.
Con el paso del tiempo hablé con mi marido en Brasil y le conté todo. Le
conté que tenía aquí a una persona que me estaba ayudando y también que
trabajaba en la prostitución. Cuando se lo dije, Manoel se puso a llorar, se
entristeció muchísimo, pero me dijo que lo entendía, que sabía que si yo lo
hacía era porque lo necesitaba, no porque me gustase, y que si quería
regresar a casa él me cuidaría hasta la muerte, que siempre estaría a mi
lado. Yo se lo conté un poco para ver su reacción, para ver cuál sería su
reacción en lo relacionado con mis hijas. Si él me hubiese dicho algo sobre
que me quitaría a las niñas, yo entonces se lo negaría todo. Pero, no, en ese
momento sólo me dijo que me comprendía, que me amaba y que quería que
yo regresase a Brasil.
Mi marido me preguntó si esa persona con la que estaba, si yo estaba con él
por amor o sólo por dinero. Le contesté que el amor de mi vida era sólo él,
que lo que sentía por Juan no era realmente amor, que para mí Juan había
sido un buen cliente y en aquel momento era la persona con la que me
sentía bien. La verdad era que ya no amaba a Manoel, sino que tan sólo
sentía cariño porque es el padre de mis hijas y yo tampoco quiero que ellas
se críen con otro hombre.
Él se quedó más contento cuando le dije que no era por amor que estaba
con Juan. Entonces, él me dijo que se quedaba más tranquilo, que si yo
estuviera con otro hombre por amor, vendría él y lo mataría. Mi marido es
capaz, ya una vez tuvo un intento de suicidio. Manoel me dijo: - Bien,
mejor que estés con ese hombre sólo para quitarle todo el dinero. Y
tampoco era eso. Sí, Juan me daba dinero, me ayudaba, me daba para el
alquiler del piso, pero yo estaba con él porque me encontraba bien así.
Realmente, no sabía muy bien cuales eran mis sentimientos.
Juan tenía celos, pero también le gustaba provocar. Una vez fuimos a casa
de una amiga, Lucía, y él vio a una chica que había en el piso y me dijo que
la conocía y también que era una máquina en la cama. Entonces, como el
vio que yo ponía una cara rara, me preguntó si me molestaba y yo le dije
que no me hacía mucha gracia eso. Le dije: - Oye, si te gusta tanto la chica
vete detrás de ella, que está en tal club. Pero, Juan, cuando estaba en casa y
comenzaba a sonar mi móvil él ya empezaba a sudar frío. Y entonces era
cuando hablaba de mujeres, lo hacía para no quedarse por abajo. Juan
siempre me ha pedido que por favor, cuando esté con él que tenga el
teléfono apagado.
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