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TESIS DOCTORAL - Instituto de Migraciones

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“Tenían allí un veado macumbero 605que el primer día que llegué me pidió que me<br />

quitase toda la ropa y me colocase una toalla blanca alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> la cintura. Entonces,<br />

me llevó al río que había cerca <strong>de</strong>l club y me quitó la toalla, colocándome <strong>de</strong> espaldas<br />

al río, y con un huevo <strong>de</strong> galinha me tocaba todo el cuerpo y hacía cruces. Me <strong>de</strong>cía<br />

que me estaba <strong>de</strong>spojando <strong>de</strong> todo el mal que llevaba conmigo y que <strong>de</strong> esa forma<br />

también iba a ganar mucho dinero. También me pasaba pipoca por toda mi piel. Todo<br />

eso duró unos veinte minutos y recuerdo que hacía un frío do caralho.<br />

Después, regresamos al club. Me pidió que me pusiese una ropa <strong>de</strong> color rojo y que<br />

así iba a trabajar <strong>de</strong> puta madre. Aquella noche no hice ni un puto pase. Al día<br />

siguiente aquel veado me preguntó: - ¿Qué tal el trabajo, Cinthia? - Mal, ni un puto<br />

pase, y <strong>de</strong>biendo cuarenta euros <strong>de</strong> casa. - Tranquila, vamos a hacer otra cosa, ya<br />

verás. Entonces, le contesté que ya no quería más ceremonias <strong>de</strong> esas, que no me<br />

interesaba. Él sólo quería mi dinero, cobraba treinta euros por consulta. Le dije que no<br />

necesitaba macumba ninguna, que mi macumba era abrir las piernas.<br />

Allí el putero era como un auténtico centro <strong>de</strong> macumba. Cuando se marchó el veado,<br />

la dueña contrató a otro macumbero, a un cubano. En el fondo <strong>de</strong>l edificio había un<br />

cuarto pequeño, que era don<strong>de</strong> el macumbero hacía los trabajos. Sólo entré allí una<br />

vez, una noche que vino la policía y no había otro sitio para escon<strong>de</strong>rse. Cuando entré<br />

en ese cuarto sentía más miedo que <strong>de</strong> la policía. Me encontraba sola en aquel cuarto,<br />

todo estaba oscuro y sólo se veían velas encendidas. Había galinhas y pombas sin<br />

cabeza, restos <strong>de</strong> un cabrito y también un recipiente lleno <strong>de</strong> sangre. Me quedé allí<br />

como una hora. No sabía muy bien qué hacer. Al final, volví al salón. Me preguntaron<br />

que dón<strong>de</strong> había estado, y yo les dije que me había subido a un árbol. Después, cuando<br />

vino el cubano le dijo a la dueña que su señor le había informado <strong>de</strong> que una <strong>de</strong> las<br />

putas había entrado en su cuarto. La dueña nos preguntó quién había sido. Luego, al<br />

pasar un rato, confesé que había sido yo. El cubano entonces me dijo: - tranquila, no<br />

pasa nada.<br />

La macumba sólo servía para darle dinero a los dueños a través <strong>de</strong> las copas que<br />

tomaban los clientes. Todos los días estaba lleno. Nunca vi un putero tan lleno <strong>de</strong><br />

hombres. Pero, las chicas sólo hacían dos o tres pases. Todas las noches había también<br />

streaptease. Yo allí no hice, sólo en Pamplona, porque allí el dueño me obligaba para<br />

pagar la casa.<br />

Todas las chicas consultaban con el macumbero. Yo no quería pagar por eso. Las<br />

chicas me pedían que fuese, y un día fui. El macumbero primero me or<strong>de</strong>nó que<br />

esperase en la puerta, y luego me dijo que podía pasar. Al entrar me dijo: - ¿Por qué a<br />

mi Señor no le gusta esta chica? Yo le dije que sólo estaba allí porque me lo habían<br />

pedido mis compañeras. Entonces, él comenzó a jugar con las conchinhas y me dijo<br />

605 En su estudio sobre la santería Fernán<strong>de</strong>z Cano menciona el hecho <strong>de</strong> que un número muy<br />

significativo <strong>de</strong> santeros son homosexuales (2005). Por otra parte, existen importantes estudios<br />

etnográficos que analizan la relación que se establece entre las travestis y el candomblé (Don Kulick,<br />

1992; Larissa Pelúcio, 2009). Así, esta última autora afirma que el hecho <strong>de</strong> “ser travesti” en Brasil no<br />

pue<strong>de</strong> separarse <strong>de</strong> rasgos culturales como el candomblé, las concepciones <strong>de</strong> sexo y género <strong>de</strong> las clases<br />

populares o “la noche” como espacio simbólico. De los datos etnográficos recogidos, Pelúcio afirma<br />

asimismo la existencia <strong>de</strong> esa relación travesti/candomblé, que se evi<strong>de</strong>ncia en algunas expresiones como<br />

bajubá o pajubá características <strong>de</strong> la jerga <strong>de</strong> las travestis brasileñas, así como en las representaciones <strong>de</strong><br />

género que remiten a la cosmología <strong>de</strong>l sincretismo religioso.<br />

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