TESIS DOCTORAL - Instituto de Migraciones

también me enseñó muchos lugares. Para mí aquello era una experiencia de
libertad que yo nunca había sentido. Mi vida anterior sólo había sido un
sufrimiento.
En el trabajo siempre fui una persona responsable. Mi patrona estaba
contenta conmigo. Yo me dedicaba todo el tiempo a su hijo. Mi hermana la
llamó varias veces para saber si yo salía y a qué hora regresaba a casa. No
quería que saliese, quería que sólo estuviese dentro de casa.
A los tres meses conocí a un hombre. Tenía cuarenta y ocho años. Yo
estaba llegando a casa y me encontré con él. Me habló en italiano. Yo
también había estudiado el italiano durante los fines de semana. Me
preguntó que cuánto tiempo llevaba en Suiza y me dijo que yo era muy
bonita. Le contesté que bueno, que podíamos quedar para salir un día.
Intercambiamos nuestros números de teléfono. Al cabo de unas horas ya
me llamó para invitarme a almorzar a un restaurante. Acepté. Y me fue a
buscar a casa de mi prima. Para mí todo era diferente. Yo nunca había
estado así, con un hombre con una buena posición. Luego, pasó una
semana, y al siguiente sábado volvimos a salir. Fuimos al restaurante y
después me llevó a su apartamento. Allí hicimos el amor. Me trató muy
bien. Pero, de repente, me dijo que me amaba. Ahí sentí rabia. No podía
entender cómo él podía decirme esas cosas así, tan rápido, sin apenas
conocerme.
Y yo, a esas alturas, ya no confiaba demasiado en los hombres. Pero, los
italianos tienen ese defecto. Enseguida se declaran. A partir de ese día
empezó a llamarme por teléfono todos los días. Me preguntó si quería
trabajar en su restaurante. Le dije que sí. Pero, cuando le comenté que no
tenía papeles entonces me dijo que no era posible porque podía haber
problemas y era muy peligroso. Lo entendí. Él comenzó a ayudarme. Me
daba un poco de dinero. Un día me dijo que quería casarse y tener un hijo
conmigo. Por eso siempre me pedía hacerlo sin condón. Ahí volví a sentir
rabia de él.
En aquella época mi prima era mi confidente. Le contaba todo. Mi prima
me decía que mi hermana no era justa conmigo, que yo también tenía
derecho a hacer mi propia vida.
Cuando ya llevaba un mes saliendo con el italiano, se lo conté a mi familia.
Entonces, él nos invitó a todas a ir a comer al restaurante. Al terminar, nos
marchamos y cuando estábamos de camino a casa, paré un momento para
entrar en un bar. Entré solo para tomar una coca-cola, y allí fue donde
conocí a mi amor…
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