TESIS DOCTORAL - Instituto de Migraciones

Cuando regresé a Lugo me fui para el piso que había cogido Pamela.
Nosotras siempre quisimos tener un piso de trabajo, pero es muy difícil por
los vecinos, los clientes que se pegan al timbre, etc. En el piso de la
Avenida de La Coruña estuvimos como cinco o seis meses.
El club
En el club comenzamos a trabajar al cabo de seis meses de llegar a Lugo.
Ahorita somos siete u ocho chicas. Bueno, la semana pasada éramos
catorce. Somos ahora colombianas, cuatro dominicanas y una brasilera. La
semana pasada había más chicas porque tú sabes que las chicas van y
vienen continuamente. En ese club no hay problema, ni es necesario pedir
plaza. Un día puede haber cuatro mujeres, y al otro ocho. Sólo tienes que
llegar y pedir trabajo, y ya está.
Siempre va la misma gente. Un cliente de un club está claro que se va por
todos los clubes. Entonces, allá va casi siempre la misma gente. Es raro que
llegue gente nueva. La dueña del club “Momo” es una dominicana. Tiene
sus más y sus menos, pero bien dentro de lo que cabe, no es una persona
tirana ni mucho menos.
El horario de entrada en el club es a las once y media y la salida a las cinco
en la semana, y a las seis en fines de semana. El pase mínimo son treinta y
dos euros (los dos euros son para la sábana y el preservativo). De los treinta
y dos euros, veinticuatro euros son para ti y ocho euros para la casa. Pero,
tú siempre pides más. Lo normal son cuarenta euros. Hay también el
baboso que se te acerca y te ofrece veinte euros. Yo entonces le digo: no,
cariño.
Por las copas igual. Se sacan también seis euros. Las más caras, un
benjamín, por ejemplo, valen treinta euros; las otras, veinte. Hay muchos
clientes que pagan los treinta euros, sobre todo si son clientecitos. También
hay algunos que te pagan hasta cien euros por un servicio de media hora. Si
vienen encocados es normal, te piden que les hagas esto y aquello, y yo les
digo: sí, cariño, yo te hago todo eso.
La mayoría de la gente que viene al club es gente mayor, de cuarenta años
para arriba. La verdad, al club va poca gente joven. En cuanto a las
compañeras hay de todo. Nosotras somos personas que hablamos poco con
ellas. Si estamos Pamela y yo permanecemos juntas en una esquinita, y si
estamos alguna de nosotras sola pues también, vemos tele y procuramos
mantenernos al margen.
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